Esta semana se habrán definido las dos principales candidaturas presidenciales para 2024: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Podría surgir una tercera en las próximas semanas por parte de Movimiento Ciudadano, pero salvo que fuera una figura atractiva y potente, será marginal.
Podría brotar una cuarta candidatura sin partido que, recopilando 967 mil firmas, lograría registro como candidato independiente. Por ejemplo, Eduardo Verastegui, actor y productor que defiende los valores tradicionales y quien sería un instrumento para restarle votos al Frente Amplio por México.
No obstante, será una carrera de dos. Así son las elecciones polarizadas porque el voto estratégico tiende a agruparse en la persona capaz de vencer al adversario. Puede haber tres o cuatro candidatos, pero dos aglutinarán la mayoría del voto.
Faltan nueve meses y el tramo por recorrer es largo.
Primero, las candidatas tendrán que hacer pausa durante más de dos meses mientras inicia el periodo de precampañas la tercera semana de noviembre. Sólo entonces podrán reiniciar sus actividades de proselitismo.
En estos dos meses las candidatas —que aún no lo son legalmente— podrán llevar a cabo reuniones con militantes, giras de trabajo y entrevistas con medios como parte de su nuevo cargo como coordinadoras, una del Frente Amplio por México y la otra de la llamada transformación, pero lejos de los eventos masivos de Sheinbaum durante los últimos meses.
Xóchitl Gálvez tiene una ventaja. Es senadora de la República y tendrá en la Cámara alta una caja de resonancia cotidiana con medios de comunicación ahí presentes 24/7. Tendrá la tribuna a sus pies y desde ahí podrá hablar sin ser sancionada.
En la tercera semana de noviembre iniciarán las precampañas que no serán otra cosa sino una prolongación de los procesos internos, ahora sí abiertamente en busca del voto, para ser candidatas (que ya son) a la presidencia de la República.
Volverán a recorrer el país y organizar mítines para ser elegidas en febrero, conforme establece la ley electoral, como candidatas de sus coaliciones.
Luego vendrá un periodo de aproximadamente dos semanas, llamado de intercampañas, que fue diseñado para resolver quejas y litigios de las precampañas. Pero aquí no habrá litigios porque la competencia ya ocurrió, de tal forma que será un periodo muerto de silencio forzado entre mediados de febrero y el 1 de marzo cuando inician los mítines electorales.
Las campañas durarán tres meses y concluirán el 29 de mayo de 2024.
A nueve meses de la jornada electoral las encuestas muestran una clara ventaja de Morena para retener la presidencia de la República, aunque el margen se ha venido acortando rápidamente. Cuando finalmente inicien las campañas presidenciales en marzo del próximo año, ese margen será estrecho. Intuyo que la elección será cerrada y que cualquiera de las dos puede ganar.