Tras el paso del huracán Otis, vale la pena pensar hipotéticamente el desenlace de Acapulco en algunos años. Cualquiera que sea su destino, tendrá un enorme impacto en el resto del país.
ESCENARIO 1
Con una inversión pública insuficiente de 61 mil millones de pesos y sin un plan integral de reconstrucción a largo plazo, los esfuerzos para recuperar la ciudad son descoordinados y parciales. Durante los primeros meses tras el paso del huracán, el gobierno busca atemperar los daños a la vivienda popular, el agua y la electricidad, pero no diseña un plan de recuperación del empleo.
Mientras la zona diamante logra reconstruirse gracias a los fondos disponibles de propiedades aseguradas y de nueva inversión privada, en la zona dorada muchos hoteles pequeños se declaran en bancarrota, incapaces de afrontar la reconstrucción por falta de aseguramiento.
En junio de 2024, Morena pierde la elección en Acapulco. El nuevo alcalde de oposición emprende una denuncia de la corrupción en el ayuntamiento y el gobierno del estado, encabezado por el oficialismo, le cierra las puertas al nuevo gobernante.
La nueva administración federal, que inicia en octubre de 2024, destina más recursos a la reconstrucción, pero lo hace demasiado tarde, cuando muchos inversionistas y propietarios de bienes raíces han optado por salir del destino turístico.
El crimen organizado aprovecha la situación, adquiriendo propiedades a precios irrisorios y expande su huella económica ahora mediante la presencia en el turismo, los restaurantes y otros negocios.
El turismo, principal fuente de ingresos en la región, disminuye. El empleo informal aumenta y la costera Miguel Alemán es inundada por vendedores ambulantes y comida callejera. El crimen organizado alienta la toma de edificaciones destruidas y casas semiabandonadas.
La pobreza y pobreza extrema se intensifican. Muchos jóvenes encuentran ‘trabajo’ en la delincuencia organizada y abandonan sus estudios. El crimen organizado emerge como gestor de ayuda, llenando el vacío dejado por la limitada acción gubernamental. La Guardia Nacional, presente pero inactiva frente a delitos del orden común, no logra contener la creciente influencia criminal.
Hacia fines de la década, Acapulco se convierte en la primera gran ciudad del país dominada por el crimen organizado, con una estructura social de favelas que pueblan buena parte del territorio de la ciudad. La zona diamante, reconstruida y fortificada, se distancia completamente de la realidad que reina en el resto de la región.
ESCENARIO 2
Aunque inicialmente se destinaron 61 mil millones de pesos para la reconstrucción, el sector empresarial logra en 2024 que el gobierno federal canalice más recursos. Grandes empresarios cercanos a López Obrador lo persuaden para constituir un consorcio público-privado para relanzar Acapulco en los próximos años, lo que marca un cambio significativo en la perspectiva de reconstrucción.
Por su parte, la sociedad civil participa en la reconstrucción del sistema educativo y el apoyo social a quienes perdieron empleo. Se genera un plan de turismo incluyente y sustentable con apoyo de organismos internacionales.
Las candidatas presidenciales hacen una tregua política en Guerrero para privilegiar la reconstrucción sin interferencias partidistas. Ambas dos celebran un evento conjunto —el único de toda la campaña— para apoyar a Acapulco.
Tras la elección, la presidenta electa ratifica su compromiso con una reconstrucción sostenible y equitativa. Para fortalecer la coordinación, designa un zar de la reconstrucción y logra el reemplazo de autoridades estatales incapaces de conducir los trabajos a nivel local.
El nuevo gobierno aprovecha la reconstrucción para marginar al crimen organizado del esquema de gobernanza de la ciudad. La Guardia Nacional se establece de manera permanente y el nuevo gobierno manda una señal de que Acapulco será una zona franca.
Para diciembre de 2024, el 80 por ciento de las habitaciones de Acapulco están operativas y el turismo de fin de año experimenta una notable recuperación.
Hacia fines de la década, Acapulco no solo se reconstruye, sino se transforma en un modelo de turismo inclusivo, donde la distribución equitativa de beneficios reduce la influencia del crimen organizado.
La Perla del Pacífico recupera su esplendor del siglo XX, capturando la atención y admiración de aquellos que presenciaron su resiliencia y determinación en la reconstrucción.