En lugar de trabajar para ser la tercera vía entre el populismo hegemónico de Morena, por un lado, y los partidos de la llamada “vieja política”, por el otro, Movimiento Ciudadano está adoptando tácticas populistas con tal de ganar votos y —dicen muchos— restarle a la oposición.
Movimiento Ciudadano había prometido ser una alternativa progresista y socialdemócrata y la principal oposición en el futuro político del país. Ante la hecatombe que paralizó a los partidos tradicionales en 2018, la apuesta sonaba atractiva.
Reclutaron a personas con historia y convicciones, algunas elocuentes y expertas. Varias han dado la batalla en temas ambientales, laborales y de movilidad y han sido también opositores al gobierno.
Sin embargo, para ganar votos fácilmente, nominaron a Samuel García como su candidato presidencial. El resultado ha sido un fiasco y un ridículo. Como niño berrinchudo quiso comer pinole y chiflar a la vez. No pudo y dejó a MC sin candidato (por el momento) y a Nuevo León en una situación de conflicto que durará varios años.
La estrategia electoral de Dante Delgado ha arrastrado al partido hacia una postura de denuesto, de odio y de medias verdades, dejando en segundo plano su apuesta por construir un partido moderno y responsable.
Samuel García es un populista de una estirpe distinta a la de López Obrador, pero con muchas semejanzas de estilo. Es polarizante y simplista: habla de la “vieja política” como AMLO lo hace de los conservadores.
Vive para y por los “likes” como AMLO vive de las encuestas y del amor de su pueblo. Ante las críticas de que Samuel ha perdido prestigio y capital político, la respuesta es que sus videos de Tik Tok tienen muchos likes, millones presumen.
Es dicharachero como el Presidente: se autodenomina “el nuevo”, el de las nuevas ideas, nuevas inversiones, y presume que gracias a él existe el “nuevo Nuevo León” hecho, afirma, en tan solo dos años.
Es megalómano: dice que durante los 10 días que estuvo de precampaña “tembló el sistema” y se convirtió en el segundo lugar de la contienda. Dante dice que lograron “sacudir la conciencia de millones de jóvenes”.
Desafía a las instituciones: en los últimos días evadió mandatos de la Suprema Corte y del Tribunal Electoral. Usó tácticas de “lawfare” para inundar de recursos al Poder Judicial y bloquear así la designación de un interino incómodo.
Más allá de las anécdotas ocurridas, lo preocupante son las implicaciones de este berrinche para Nuevo León y para el clima político del país.
En lugar de que regresara a su cargo con prudencia, Samuel García estalló en ataques y difamaciones en contra de sus opositores. El sábado dijo que los borraría del mapa electoral en 2024. Su esposa —también de forma irresponsable— se ha lanzado a la guerra de denuestos.
Eso anticipa que Samuel, como López Obrador, usará su cargo para hacer campaña: saldrá de gira todos los fines de semana para apoyar a candidatos de MC en todo el país y denostar a Xóchitl.
Se presentarán muchas quejas en su contra ante el INE por violar el artículo 134 constitucional que lo obliga a la neutralidad durante procesos electorales. Hará caso omiso a las medidas cautelares. Los expedientes llegarán al Congreso local y habrá un conflicto nuevamente.
Buscará ganar diputaciones para controlar el Congreso local en las elecciones de junio del 24. Lo logre o no, la lucha será altamente conflictiva. Pobre Nuevo León. Tendrá varios años de un gobierno distraído.
Movimiento Ciudadano ayer definió que abrirá un proceso interno para escoger a su candidato. En la lista hay dos partidarios del denuesto y la polarización, un político afable y carismático con historia personal y una mujer sensata y con amplia biografía.
Ojalá prevalezca la prudencia, pero temo que la nueva candidatura —muy probablemente— será para alguien que continúe la tónica del pleito. El partido saldrá perdiendo.