Democracia Eficaz

El informe político de AMLO

La popularidad o la esperanza es sólo una parte de la ecuación del éxito de un gobierno; lo que la gente realmente valora es tener trabajo y vivir en un clima de seguridad, las dos mayores flaquezas del gobierno.

El informe de ayer fue político, no oficial. Es importante recordarlo. La obligación constitucional de rendir un informe de gobierno con datos verificables ocurrirá el 1 de septiembre. Lo de ayer fue un acto simbólico.

El presidente López Obrador dijo que se han cumplido 78 de las 100 promesas que hizo en diciembre. Si ello fuera así, habrá cumplido el 100 por ciento de su plataforma en los próximos meses. Y así lo cree cuando dijo: "A más tardar en diciembre terminaremos de arrancar de raíz al régimen corrupto, y quedarán este mismo año construidas las bases para la transformación política de México".

Hay cuatro tipos de aseveraciones en el informe de ayer. Primero, los juicios normativos ("está en marcha la transformación de la vida pública"). Segundo, una larga lista de acciones, principalmente en materia de austeridad: leyes aprobadas, reducción de salarios, desaparición de unidades de gobierno. Tercero, aseveraciones de hechos sin información para corroborar (por ejemplo, que el huachicoleo se ha reducido en 94 por ciento, lo que implica ahorros de 50 mil millones de pesos). Y cuarto, lo que falta por hacer: crecer más, bajar la inseguridad que "heredamos" y mejorar el sistema de salud. Estos son los únicos tres temas con un tono de autocrítica de lo que no se ha logrado, aunque dichos en tono de acusación en contra del régimen corrupto neoliberal.

No hay mucho que decir respecto a las aseveraciones normativas. Son comunes a cualquier gobierno y son la base para evaluarlo globalmente una vez que concluye. ¿Será recordada la administración de López Obrador como una verdadera transformación de la vida pública? ¿O será más de lo mismo ensalzado con una buena dosis de retórica? El tiempo lo dirá. Lo que sí hay es una reducción de los privilegios de la alta burocracia y un cambio radical en el estilo de gobernar y de comunicar. Que esto sea la antesala para erradicar la corrupción y la impunidad, está por verse.

Respecto a la lista de acciones, es notable la rapidez con que se han logrado varias reformas para crear la Guardia Nacional o modificar la reforma educativa o para desmontar oficinas burocráticas o para echar a andar programas sociales. La pregunta relevante es si dichas acciones tendrán un impacto benéfico para la población. Crear la Guardia Nacional es relevante en la medida que disminuya la inseguridad. Quitar las pensiones a los expresidentes da satisfacción emocional a miles, pero será relevante si contribuye a mejorar las condiciones sociales de los más vulnerables.

El problema central para evaluar el informe de ayer es que muchos logros son imposibles de corroborar porque se carece de la información oficial. López Obrador dio números y más números respecto al avance de los programas sociales, pero a la fecha no se conoce ni siquiera el llamado Censo del Bienestar para saber si los datos de ayer son veraces. También enunció que la caída de la producción petrolera se detuvo o que la compra consolidada de medicinas para el segundo semestre representa un ahorro de dos mil 700 millones de pesos, pero se carece de la información verificada para tales hechos.

Un problema repetitivo en el futuro será evaluar los logros del gobierno por la carencia de metas del gobierno. La semana pasada la Cámara de Diputados aprobó un Plan Nacional de Desarrollo que no lo es según la Ley de Planeación. El documento aprobado es un planteamiento retórico para desmontar al neoliberalismo, pero carece de objetivos nacionales, estrategias, impacto presupuestario y metas. Y sin metas no hay forma de medir los avances y los resultados de la gestión de gobierno.

López Obrador concluyó su mensaje diciendo que se siente optimista. Y esa sensación es correspondida –según una encuesta reciente de GEA-ISA– por la mayoría de la población, que no sólo cree que su situación económica mejorará, sino además se sienten más felices y con mayor confianza. Y ese es el indicador de éxito que el presidente debe valorar más: si el pueblo está feliz es porque vamos por buen camino.

Sólo que la popularidad o la esperanza es sólo parte de la ecuación del éxito de un gobierno. Lo que al final de la noche la gente realmente valora es tener trabajo y vivir en un clima de seguridad. Y ambas variables –crecimiento y seguridad– son las mayores flaquezas del gobierno que apenas empieza. Flaquezas ciertamente heredadas, pero que ahora ya son propias.

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