Democracia Eficaz

La degradación

La popularidad real de la que goza Salgado Macedonio no exime a Morena de la responsabilidad política que tiene para elegir candidatos.

Si creemos en la presunción de inocencia, Félix Salgado Macedonio lo es hasta que un juez dicte sentencia. Sin embargo, de lo que no hay duda es que es un provocador, machista, prepotente, parrandero, mujeriego y jugador –adjetivos que él usa para autodefinirse en declaraciones, entrevistas e incluso en cumbias que él mismo canta. Sus amigos lo apodan "el toro sin cerca" por impredecible, bravo y dispuesto a embestir a cualquiera. Él mismo presume ser "incorregible".

Ese perfil debería ser razón suficiente para que Salgado Macedonio no fuera candidato. Aunque no fuese un violador rapaz, la violencia que ya ha ejercido el senador con licencia con sus dichos y sus fanfarronerías a lo largo de su vida lo descalifican para ser gobernador justamente de Guerrero, una entidad que requiere construir paz y dignidad.

Salgado Macedonio es una figura aspiracional para miles de guerrerenses. Desprovistos de oportunidades y brillo en sus vidas, encerrados en comunidades donde rige la violencia y el maltrato, muchos quisieran tener los recursos y la popularidad del candidato para desfogarse como él, para presumir sus motocicletas con calaveras y sus chamarras negras con ostentosas decoraciones plateadas.

López Obrador quiere encumbrar a su aliado político bajo el argumento de que el pueblo lo ha elegido. Pero la popularidad real de la que goza Salgado Macedonio no exime a Morena de la responsabilidad política que tiene para elegir candidatos, no sólo populares y capaces de ganar, sino que sean un modelo para el pueblo que aspiran gobernar.

La popularidad no debe ser el criterio más relevante para elegir candidatos. En 2018 Morena cometió un acto de irresponsabilidad política cuando postuló, de la mano del Partido Encuentro Social, a Cuauhtémoc Blanco como candidato a gobernador de Morelos. Hoy la entidad padece un mal gobierno (como lo ha padecido durante varias décadas) y Blanco es el segundo gobernador peor evaluado de todo el país.

Cuando los partidos nominan candidatos sientan estándares de liderazgo. Establecen parámetros de lo meritorio y de los valores que idealmente debe abrazar una sociedad democrática. Quien es postulado para gobernar no sólo debe contar con el "amor de su pueblo", sino con los valores, la integridad, la capacidad, la responsabilidad y la experiencia para ejercer el cargo.

Que sea senador alguien que alardea su machismo y que es prepotente con la policía cuando está borracho ya ha denigrado al Senado de la República. Pero que sea gobernador de Guerrero causará un daño todavía mayor a la gobernabilidad de esa entidad, a las prácticas de clientelismo y corrupción y al control territorial del crimen organizado. López Obrador es corresponsable de lo que puede ocurrir con Guerrero en los próximos años.

Lo que hoy hace Morena lo han hecho ya otros partidos cuando postularon candidatos frívolos o corruptos que degradaron la vida pública de sus entidades como fue el caso de Javier Duarte en Veracruz en 2010, Roberto Sandoval en Nayarit en 2011 o Roberto Borge en Quintana Roo en 2010, por mencionar solo algunos ejemplos.

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