Democracia Eficaz

¿Nuevos partidos políticos?

¿Se requieren nuevos partidos? Eso lo decidirán los votantes, pero la legitimidad de Morena y la esperanza que ha traído el nuevo gobierno vuelven difícil esa tarea.

La semana pasada concluyó el plazo para notificar al Instituto Nacional Electoral (INE) la intención de formar nuevos partidos políticos. La ventanilla se abre cada seis años: la última ocasión fue 2013 y fue así que Morena, el Partido Encuentro Social (PES) y el Partido Humanista obtuvieron su registro en 2014. En esta ocasión el INE recibió notificaciones de más de 100 agrupaciones políticas. ¿Cuántas lo lograrán?

Entre 1990 y 2014, treinta y dos partidos han obtenido registro, aunque sólo ocho siguen vivos. El Partido del Trabajo sigue activo, aunque no alcanzó el umbral de 3.0 por ciento de la votación nacional en 2015, y un proceso judicial muy controvertido le devolvió el registro. Por cierto, se comenta que una decisión igualmente controvertida por parte del Tribunal Electoral podría devolverle registro al PES, a pesar de que sólo obtuvo 2.5 por ciento de los votos en 2018.

El principal desafío para los aspirantes es organizar 20 asambleas estatales con más de tres mil afiliados o 200 asambleas distritales con más de 300, lo cual tendrán que organizar a lo largo de este año. Este requisito numérico era menor anteriormente, pero se elevó bajo el argumento de que así sólo las organizaciones genuinamente populares o con representatividad lograrían registro. En los hechos este umbral ha propiciado –con la excepción de Morena– clientelismo, compra de firmas y que sólo organizaciones vinculadas con estructuras corporativas o con acceso a recursos políticos de gobernadores, puedan contar con la capacidad logística.

Por muchos años se ha criticado que quienes forman partidos lo hacen por negocio. Por ejemplo, el Partido Humanista tuvo una vida efímera (2014-2018), pero en ese periodo obtuvo financiamiento público de varios cientos de millones de pesos. En la década de 2000 hubo un caso muy citado: el Partido de la Sociedad Nacionalista en el cual marido, mujer e hijos controlaban los recursos y candidaturas y fueron incluso acusados por malversación de fondos después de que perdió el registro en 2003. Se acuño el término de "partidos familiares" o "partidos negocio".

Creo que los incentivos para formar partidos están desalineados. Deberían bajarse las barreras de entrada, pero sin dar financiamiento público hasta en tanto no obtengas 3.0 por ciento de la votación nacional. Dicho de otra manera: todos pueden formar su partido mediante una solicitud y trámite cotidiano, pero sólo se daría financiamiento por reembolso a aquellos que hayan obtenido la votación nacional. Primero resultados y luego el dinero para evitar incentivos perversos.

¿Se requieren nuevos partidos? Eso lo decidirán los votantes, pero mi percepción es que la enorme legitimidad de la que goza Morena y la esperanza que ha traído el nuevo gobierno, con tasas de aprobación de 80 por ciento, vuelven la tarea de crear nuevos partidos una empresa muy difícil de alcanzar. Si Morena es sinónimo de cambio para millones de votantes y hay altas expectativas de que AMLO sí traerá el cambio que ofreció, ¿bajo qué argumento se pueden movilizar a los votantes para formar nuevos partidos?

De las más de 100 organizaciones que quieren ser partido, hay dos que llaman la atención y que podrían ser exitosas: México Libre, asociación encabezada por Margarita Zavala y Felipe Calderón, y Redes Sociales Progresistas, que organizan Fernando González y René Fujiwara, yerno y nieto de Elba Esther Gordillo.

Llama la atención que Pedro Kumamoto, promotor de las candidaturas independientes, haya optado por solicitar el registro como partido político –en este caso en Jalisco, no a nivel nacional–. Sin duda una mala noticia para la euforia independentista que tanta atención generó en los últimos años, pero que ha quedado opacada por la legitimidad de López Obrador y la nueva hegemonía de Morena.

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