Segundo piso

El fin de la democracia

La democracia no es un fin, es un medio para que la lucha por el poder se dé en un marco de libertades y derechos ciudadanos, estos sí un fin, un objetivo.

La democracia en México no va a terminar. No en el corto y mediano plazos. No hay forma. Aunque sí es momento de repensarla en Occidente, región en la que predomina el consenso a favor de la democracia representativa como forma privilegiada para elegir legisladores, gobernantes e integrantes del Poder Judicial.

La democracia, sin embargo, no es un fin. Es un medio para que la lucha por el poder se dé en un marco de libertades y derechos ciudadanos, para dirimir el conflicto permanentemente en el marco del Estado de derecho, por vías pacíficas y con equidad.

En los regímenes democráticos puede haber diferentes sistemas políticos, formas de organización, entramado institucional y espacios en los que se diriman las relaciones de poder, cuyo origen, variedad y naturaleza dependen de las condiciones históricas, materiales, culturales y sociales de existencia: monarquías parlamentarias, repúblicas presidencialistas, sistemas semiparlamentarios… tantas clasificaciones como procesos históricos, tantas como politólogos italianos o franceses que los etiqueten (politólogos, no novelistas).

Las libertades y los derechos en cambio sí son un fin, un objetivo. Son principios que se conquistan, se ejercen y se deben defender porque, aunque el consenso se inclina por su progresividad, los derechos y las libertades pueden sufrir retrocesos, regresiones o perderse.

Los derechos de las mujeres en Argentina, por ejemplo, retroceden de manera evidente durante el actual gobierno de Javier Milei, elegido democráticamente, pero claramente de una heterodoxa derecha extrema agresiva contra las conquistas de los movimientos feministas.

En un sentido similar, con el fallecimiento de la juez ícono de los derechos de la mujer en Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, Donald Trump modificó la correlación de fuerzas al interior del tribunal supremo de ese país, designando en ese espacio a un juez conservador que le permitió la mayoría suficiente para tirar por la borda el precedente del caso Roe contra Wade, que establecía constitucionalmente, desde 1973, el derecho al aborto.

Este fin de semana, el candidato presidencial opositor en Venezuela, Edmundo González Urrutia, llegó a España en un exilio forzado por la persecución poselectoral, tras haberle sido otorgado el asilo político por el gobierno de Pedro Sánchez (PSOE). María Corina Machado, la líder opositora, permanece en Venezuela organizando las movilizaciones para restaurar las libertades y derechos lastimados por el gobierno de Nicolás Maduro que no supo transparentar los resultados electorales. La estabilidad o caída del gobierno heredero del chavismo y la posibilidad de salvar la democracia dependen, ahora, de la capacidad de resistencia de las movilizaciones sociales, tanto como de las presiones internacionales.

Lo más grave ocurre en Oriente Medio, con un fuerte impacto en Occidente. La guerra en Gaza iniciada con el terrible atentado terrorista de Hamas ha escalado a tal nivel que la actuación de Israel adquiere el nivel del genocidio entendido por la Corte Internacional de Justicia como las acciones que se cometen con “la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso” (Enzo Traverso). Las movilizaciones a favor de Palestina en nuestros países convierten esta guerra en asunto de política interna, de manera más visible en Francia, España y los propios Estados Unidos, en donde las movilizaciones estudiantiles han sido fuertemente reprimidas.

Defender nuestras libertades y derechos y conquistar mejores condiciones de igualdad requieren de una vida democrática. Como decía Willy Brandt, la democracia tiene problemas que solo se resuelven con más democracia. Repensar la democracia no es para que todo siga igual. No le tengamos miedo al voto popular, a la democracia participativa, ni a la deliberación plural y crítica para resolver la crisis del sistema de partidos y ampliar los consensos necesarios para salir del estancamiento y la desigualdad.

Lecturas sugeridas:

Relámpagos de agosto. Jorge Ibargüengoitia. Joaquín Mortiz

Memorias. Willy Brandt. Temas de hoy.

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