Segundo piso

La deriva democrática (II)

Toca el turno de una nueva reforma política. Si opositores, comentocracia y academia no formulan propuestas viables, el gobierno decidirá en solitario.

No es lo mismo la deriva democrática que democracia a la deriva. No es lo mismo dilucidar sobre el futuro de la democracia a partir de la identificación de tendencias, tensiones y correlación de fuerzas prevaleciente en el proceso de consolidación del poder que diseñar la democracia del futuro.

En Occidente optamos por la democracia representativa como la forma de organizar la lucha por el poder político. Es una construcción cultural cuyas tres principales aportaciones han sido sustituir a la violencia como vía para la obtención y distribución del poder mediante elecciones libres; la posibilidad de que la pluralidad de la sociedad obtenga ciertos niveles de representación; y existan espacios de participación de la sociedad en decisiones relevantes.

Modelos de democracia existen tantos como experiencias históricas en la conformación de sistemas políticos. En México, las contradicciones de nuestra democracia tardía abrevan de la lucha social, la lucha política, la creativa carga histórica de fraudes electorales y la voluntad política del poder que, por recuperar la legitimidad perdida, impulsó reformas que abrieron el sistema político.

Curiosamente, para abrir la economía, se liberaliza, se desregula, se sueltan amarras. Para abrir la política ocurre lo contrario, se sobreregula, se ponen candados, se ponen candados a los que ponen candados y a los que vigilan a los que ponen candados…

La democracia mexicana, como quiera que sea, no tiene un solo padre, aunque sea invaluable la lucha de personajes indispensables como Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo y Rosario Ibarra, en 1988, o el Sub Marcos en 1994. Coyunturas como las represiones estudiantiles de 1968 y 71; los sismos de Ciudad de México de 1985; las elecciones cuestionadas de Carlos Salinas; la muerte de Colosio; y la insurrección zapatista, crearon condiciones para distintos grados de apertura política y democratización del país.

Una influencia en la construcción de instituciones democráticas provino del discurso normativo de la Escuela de Turín, a través de importantes politólogos como Giovanni Sartori, de quien celebramos el centenario de su nacimiento.

Sartori, junto con Norberto Bobbio, Luigi Firpo y Carlo Federico Grosso, exponentes de Turín, aportaron al análisis político la interdisciplinariedad de la sociología, ciencia política y filosofía, con un enfoque empírico y normativo sobre la democracia y el pluralismo. Ellos, junto a otros institucionalistas como Gianfranco Pasquino, exploran cómo mejorar la calidad de la representación y las instituciones democráticas. No son pocos los transitólogos mexicanos, estudiosos y actores, influidos por la politología italiana.

Hoy, la democracia mexicana está sujeta a debate. La transición democrática impulsada por los institucionalistas ha concluido, al menos en su forma conocida. Algunos de sus impulsores se han rendido. Otros se encuentran en pie de lucha.

A diferencia de las primeras leyes electorales que fueron graduales, las reformas de este siglo fueron para parchar inconvenientes del proceso electoral inmediato anterior, que si prohibimos la participación de los sindicatos, que si prohibimos la contratación directa de radio y televisión, que si prohibimos las coaliciones con transferencias de votos, que si cambiamos IFE por INE para alejar las manos de los gobernadores…

Las reformas fueron producto de acuerdos sobre la distribución del poder y sus prerrogativas. La oposición de hoy, por ejemplo, diseñó desde el poder el mecanismo de sobrerrepresentación cuando decidió la ecuación del reparto de curules.

Toca el turno de una nueva reforma política. Si opositores, comentocracia y academia no formulan propuestas viables en lugar de limitarse a una crítica que despoja de contenido los conceptos políticos, el gobierno decidirá en solitario.

El desafío es cómo resolver los problemas de la democracia con más democracia, porque así los que están en el poder pueden mantenerse con legitimidad y los que lo buscan pueden luchar por conseguirlo.

Durante la campaña presidencial, en su aparición en Tercer Grado, la presidenta Sheinbaum se manifestó por un rediseño de la representación de las minorías. Propuso pensar en una fórmula, quizá como la de Ciudad de México, que incluye el repechaje. Con los cambios en curso es momento de repensar cómo puede ser la democracia del futuro.

Lectura sugerida:

¿Qué es la democracia? Giovanni Sartori (Edición ampliada del TEPJF).

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