Presidente de la Conasami

Plan contra la inflación y la carestía para cuidar la economía popular

El plan que propuso el Ejecutivo parece una buena alternativa sumada a las políticas monetarias tradicionales. Los 24 productos representan aproximadamente el 13 por ciento del INPC.

En lo que va de 2022 la inflación ha continuado su espiral de crecimiento; iniciada por problemas en las cadenas de suministros, en este año se suma la guerra entre Ucrania y Rusia, y las consecuentes sanciones impuestas por países de Occidente a Rusia, lo cual ha reducido la disponibilidad de energéticos y granos, provocando una inflación mundial con pocos precedentes.

Según los datos recientes, Estados Unidos registró una inflación anual de 8.3 por ciento, 7.7 por ciento para México, 7.4 por ciento para la Zona Euro, y 6.7 por ciento en Canadá. Lo cual indica que la inflación es un fenómeno global y es difícil de controlar con las medidas tradicionales a cargo del Banco de México, es decir, subir la tasa de interés tendría poco efecto para reducir la escalada de precios ante este contexto, pues no se trata de un problema de demanda o de calentamiento de la economía.

Quizá, es por eso que el Gobierno de México ha buscado reducir la inflación usando medios menos tradicionales, como es el Paquete contra la Inflación y la Carestía que propuso el Ejecutivo federal la semana pasada. Pero, ¿qué alcances puede tener el plan? Podemos resumir el plan en dos grandes medidas: (1) un acuerdo con el sector empresarial para mandar señales y estabilizar el precio de 24 productos de la canasta que da seguimiento Profeco, y (2) diversas medidas del Gobierno de México para reducir costos y aumentar la oferta de ciertos productos.

La primera medida puede tener un impacto importante en el corto plazo si se ejecuta bien. Según cálculos de Conasami, los 24 productos representan aproximadamente el 13 por ciento de la composición del INPC (5.6 puntos porcentuales corresponden al componente subyacente y 7.4 al no subyacente). También se observó que estos 24 productos han presentado un mayor crecimiento anual en sus precios que el resto de los productos de la canasta del INPC (14 por ciento vs 7.7 por ciento). Con esto se puede deducir que, si estos 24 productos no hubieran incrementado su precio en el último año, la inflación sería más baja, de alrededor de 6.0 por ciento.

Lo más importante es que estos productos tienen un peso considerable en la economía de los hogares más pobres del país, pues representan el 33.4 por ciento del gasto total del 10 por ciento de los hogares más pobres, mientras que sólo representa el 6.8 por ciento del gasto del 10 por ciento de los hogares más ricos. Por lo que la medida es claramente progresiva y ayudará a las familias que menos ingresos tienen.

El principal reto de este acuerdo es que el sector empresarial realmente logre cumplir con estabilizar los precios de estos 24 productos. El Consejo Coordinador Empresarial puede pedir a sus agremiados el esfuerzo, sin embargo, no están obligados a ejecutarlo, todo depende de la voluntad de los empresarios, de sus costos y, sobre todo, de sus márgenes de ganancias para lograrlo.

La segunda es más fácil de ejecutar porque depende del gobierno federal. Las medidas como eliminar la cuota compensatoria para la importación del sulfato de amonio (fertilizantes), incremento de seguridad en carreteras, no incrementar el costo de los peajes en carreteras (Capufe), reducir costos aduanales y, sobre todo, los aranceles cero a la importación de productos básicos o insumos, deberían de tener impacto en la reducción de los precios en el corto plazo. Es difícil medir cuál sería el impacto, pero con reducir los aranceles en productos básicos e insumos de entre 10 por ciento y 75 por ciento (dependiendo del producto) a 0.0 por ciento, se esperaría un impacto importante.

Se viven tiempos complicados para las economías del mundo. Cuando se solucione el conflicto bélico y conforme se vayan arreglando las disrupciones en las cadenas de suministro, la inflación empezará a ceder de manera significativa. En el inter, el plan que propuso el Ejecutivo federal parece una buena alternativa sumada a las políticas monetarias tradicionales. Esto, en conjunto con los fuertes incrementos que han recibido los salarios promedio y el salario mínimo, ayudarán a contener los efectos adversos de la inflación que afecta a todos, pero sobre todo a los que menos tienen.

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