A partir de este año el salario mínimo asciende a 312.41 pesos diarios en la frontera norte y 207.44 pesos diarios en el resto del país. En términos reales se tendrá una recuperación de 90 por ciento, lo que beneficia a las y los trabajadores que menos ingresos perciben.
Se estima que este incremento beneficiará a 6.4 millones de trabajadores del sector formal de la economía. Es importante aclarar que estos 6.4 millones son el número de trabajadores que el año pasado ganaban por debajo de los nuevos salarios mínimos vigentes para 2023, no los que ganaban el salario mínimo de 2022. Así, podemos estimar con precisión a cuántos trabajadores beneficiará esta política a partir de este año.
Un error típico que se comete para estimar cuántos trabajadores se beneficiarán con el incremento al salario mínimo es usar los datos del total de la población ocupada. Sin embargo, el sector informal de la economía típicamente tiene más trabajadores que ganan el salario mínimo, ya que en este sector es difícil perseguir el cumplimiento de la ley. No obstante, conforme el salario mínimo ha ido incrementándose en los últimos años, éste beneficia incluso al ingreso de los trabajadores informales. Según estimaciones preliminares de la Conasami, por cada 1.0 por ciento que se incrementa el salario mínimo, los salarios informales se incrementan 0.15 por ciento, lo que implica que este año los salarios de los trabajadores informales subirán 3.0 por ciento solo por el incremento del salario mínimo.
Otro argumento erróneo, pero muy común en México, es pensar que el salario mínimo va a provocar o está provocando inflación. En numerosas ocasiones he explicado en este espacio que la evidencia empírica para México muestra que el salario mínimo no ha tenido efecto en precios, y si lo ha tenido, es un efecto mínimo. Pero esto no es algo que ocurra en todo el mundo, ocurre en nuestro país porque el costo laboral en México es sumamente bajo si se compara con los demás países del mundo.
Utilizando datos del Censo Económico de 2019, del INEGI, se estima que el costo laboral para toda la economía es de alrededor de 9.0 por ciento. Es decir, dentro de todos los costos que tienen las empresas (incluyendo pago de servicios, rentas, dividendos, compra de maquinaria, insumos, entre otros) el salario y las prestaciones laborales representan apenas 9.0 por ciento. Esto es igual para las empresas pequeñas y medianas, es decir, no existe una diferencia significativa en el costo laboral por tamaño de empresa. Es por eso que incrementar en 20 por ciento el salario mínimo (un incremento alto en comparación con otros países), apenas representa un costo promedio para las empresas de 1.62 por ciento.
La realidad es que los gobiernos anteriores apostaron durante muchos años a mantener salarios muy bajos y así competir en el mercado externo. El resultado de una política de desaparecer o controlar firmemente a sindicatos, ningún respeto por la Ley Federal del Trabajo (LFT), corrupción, salario mínimo por debajo de la inflación y muchas otras acciones en contra de las y los trabajadores, llevó a nuestro país a comportarse de manera atípica, donde los empresarios se quedan con más de 60 por ciento del valor agregado, mientras que en el resto del mundo son los trabajadores quienes se quedan con entre 60 y 70 por ciento del valor agregado.
Queda mucho por hacer. Pero, como siempre digo en mi columna, los incrementos al salario mínimo y el efecto que han tenido en el sector informal y, sobre todo, en el resto de los salarios formales son una muy buena noticia para las y los trabajadores. Se está transformando de manera radical el mundo del trabajo, y por primera vez en la historia de nuestro país, esta transformación es a favor de los y las trabajadoras, y de sus familias.