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Un viaje a la Huasteca Potosina

Descubre una de las zonas remotas y más espectaculares de México que sacarán al aventurero que llevas dentro.

Podrás tener mucho trabajo; estarás inmerso en lo cotidiano y no querrás dejar tus proyectos laborales. Pero sabes que sino rompes la rutina, sino te escapas de tu zona de confort por unos días, y no compartes con tu hijos, el tiempo se te acabará y quedarás envuelto, como siempre, en la vorágine del trabajo.

Entonces decides que es momento de escaparte. De tomar un auto y manejar hacia la incertidumbre de un viaje que sólo garantiza nuevas experiencias, apostar en contra, afianzar tus relaciones familiares, y dejar atrás, por unos días, el piso firme de tu oficina.

Te vas acercando, después de varias horas en el auto, a una de las más exuberantes zonas del país, de tu México querido: la Huasteca Potosina. Historias de la región, las has oído muchas veces. Sabes que hay cascadas y aventura asegurada. Lo que quizá no sabes, es que la Huasteca es todavía un secreto a voces. Todos hablan de ella, pero no todos la conocen. Y entonces, vas encontrando las primeras vivencias que atesorarás por muchos años.

Salto azul

Uno de los grandes atractivos de la zona es la abundancia de cascadas. Son muchas, imposible de visitarlas en un sólo viaje. Lo hermoso, es que cada una ofrece actividades diferentes. Te decides por un circuito que te lleva, como primera parada, hasta el Salto del Meco, una espectacular cascada de 38 metros de altura. Desde la parte más calma y azul del río, contratas a un lugareño que te acerca en bote a escasos 2 o 3 metros de donde el agua rompe con el río. Ahí, puedes hacer saltos de 6 a 8 metros de altura hasta el inocente y pulcro azul del agua.

Después, podrás sentarte en una llanta salvavidas, y enganchar tus piernas en los brazos de alguno de tus compañeros de viaje. Así cada quien, hasta formar un trenecito acuático que se desliza a través de la corriente en pequeñas caídas río abajo. El tubing te hace trabajar en equipo para que el trenecito no se rompa. Una actividad familiar que recordarás pues te hace sacar al aventurero que llevas dentro.

¿Quién te dijo que llegar a las bellezas de la naturaleza sería cosa fácil? Tienes que manejar por caminos de terracería, perderte con las indicaciones de tu GPS, y caminar dentro de la selva. Nada de eso te detiene y logras llegar a otra de las paradas del recorrido: la cascada de Minas Viejas, una espectacular caída de 50 metros de altura, que sigue siendo uno de los mejores secretos de la Huasteca. En Minas Viejas, siempre con el chaleco salvavidas que rentas en el sitio, puedes acercarte a nado a escasos metros de la cascada y escuchar el estruendo que provoca la caída.

Terminas el día cansado, exhausto y feliz.

Un pozo de 512 metros

Al día siguiente te despiertas a las 3:45 de la mañana para dirigirte a un área más remota, en donde, te dijeron, verás cientos de miles de aves salir de su guarida. Estacionas tu auto y bajas más de 500 escalones para llegar a uno de los pozos naturales más grandes del mundo: el Sótano de las Golondrinas, un impresionante hueco vertical que al asomarte, te hipnotiza con su oscura profundidad. Lo que ves, son cientos de miles de cotorras verdes y vencejos de cuello blanco salir de lo más profundo del abismo, en una circular danza aérea, hasta alcanzar la superficie en la que te encuentras. De ahí se pierden en el follaje del bosque que te rodea. Te percatas que son las 9:00 am y quieres ir a desayunar.

En busca del Zacahuil

Te enteraste que es el tamal más grande del mundo, que llega a medir hasta metro y medio de largo. Lo encontraste en el mercado de Aquismón, un pueblo mágico de la Huasteca. Escuchaste que su origen parte de una leyenda: la del líder mexica de nombre Huehutli que había sometido y ultrajado a los huastecos. Cuando éstos lograron romper el dominio de Huehutli, lo tomaron prisionero y lo degollaron; después lo envolvieron de masa enchilada y hoja de plátano y lo enterraron en un hoyo. Así lo cocinaron, y así, dice la leyenda, surgió el primer Zacahuil.

Cuando lo comes, te olvidas de su origen escabroso, sacias tu hambre amenazante y disfrutas uno de los platillos más deliciosos que has probado.

Las escaleras que no van a ningún lado

Con la panza llena de bocoles y zacahuil, llegas a Xilitla y haces una larga cola para entrar a un sitio extraño y enigmático: El Jardín Surrealista de Edward James. No sabes bien lo que verás, pero tendrás que visitarlo porque así te lo recomendaron. Al entrar al jardín, descubres una obra de arte de gran formato. Un lugar de fantasía, en el sentido literal, en donde la imaginación puede conducirte a descifrar qué hay después de la escalera que no lleva a ningún lado. En donde las columnas emergen de la nada, sin soportar ninguna estructura. Un laberinto de concreto en medio del bosque intenso. Un lugar, que si usas un poco la imaginación, te lleva a donde tú quieras. No hace falta hablar, sólo agradecer al millonario Edward James el haber gastado su fortuna en la concepción y realización de este parque.

Otro día intenso. Que te hará dormir sin interrupciones.

Felinos e insectos palo

Estás durmiendo en la selva, en cercanía con la fauna y los insectos. Podrás encontrarte tarántulas o insectos palo, pero también, felinos en cautiverio.

El Tének es la lengua indígena de la Huasteca. Tomando ese nombre, Selva Teenek es una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) con enfoque en felinos. Ahí puedes conocer a algunos ejemplares, verlos comer durante la noche y aprender de sus historias individuales, pues cada uno fue rescatado de alguna situación de maltrato o abandono.

Remando al sol

Para despedirte de la Huasteca, visitas la Cascada de Tamul, la más alta de la zona, con una caída de 105 metros. Lo que no sabías, sino hasta llegar, es que tendrías que remar 4 kilómetros sobre el río Tampaón para poder acercarte, pero lejos, a la cascada. Tampoco sabías, sino hasta comprobarlo, que el sol te pegaría fuerte en una calurosa tarde de verano. Aun así, tu vista es recompensada y con eso culminas tu visita a una de las zonas remotas y más espectaculares de México.

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Regresas entonces a tu casa, a tu oficina. A cumplir tus metas y aspiraciones. Tienes juntas, memos y hojas de cálculo que llenar. Estás de nuevo en el espacio que dominas. Nadie más sabe, que detrás de esa inusual sonrisa, está el explorador de selvas y el conquistador de ríos y cascadas.

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