Cerró el año con grandes pendientes, no solamente la situación económica agravada con el derrumbe del precio del petróleo, las reformas que no materializan inversiones, particularmente las extranjeras, detenidas por la situación de inseguridad que sigue campeando en diferentes regiones del país y que es la parte medular que aqueja y obstaculiza el avance nacional.
Este galimatías que no parece tener fin y que a pesar de las diferentes estrategias adoptadas por parte de las instancias federales con el propósito de recuperar la paz y tranquilidad, chocan con la falta de comprensión y hasta de ineptitud de los otros niveles de gobierno, ya que éstas parecen estar borradas y prácticamente han cedido su responsabilidad a quien después critican acremente; porque, como mencioné en un artículo anterior, lamentablemente todo ello se partidiza y politiza. Al final es mas fácil tener a quien culpar que asumir su propia responsabilidad, o en todo caso compartirla.
Realmente ya no se puede hablar de una agenda de riesgos, ya que lo que está en riesgo es la agenda, específicamente de gobernabilidad y desarrollo. Si observamos los últimos eventos en áreas geográficas donde aparentemente la situación parecía tender a la normalidad, ésta vuelve a retroceder a lo que contemplamos hace un año. Me refiero a las autodefensas que evidentemente no han podido ser controladas como hemos visto recientemente, aumentando la incertidumbre de la ciudadanía sobre la efectividad de las medidas adoptadas en su momento para solucionar dicha problemática.
Y como éstas, otras más, que encienden focos rojos en estados y municipios que no es necesario recordar ya que son los mismos donde recurrentemente la inseguridad continúa y la percepción de abandono por parte de quien debe garantizar la seguridad a la población no aparece por ningún lado y, lo que es peor, en algunos casos todavía ni se ve venir.
Ahora al inicio de año y como es costumbre generalizada desear que todos los proyectos que no se concluyeron el pasado y los nuevos planes con sus metas sean alcanzados durante éste, pues se tiene una gran oportunidad para que el gobierno federal demuestre su capacidad y voluntad para lograr con base en las experiencias de los dos primeros años de la administración, hacer los ajustes y adecuaciones de personalidades y estrategias que permitan dar confianza a quienes todos los días se comprometen con su trabajo a buscar alternativas dentro del Estado de derecho y a través de sus impuestos contribuir a dinamizar la actividad económica y social del país.
Que si es necesario emplear la fuerza, ésto sea conforme a la ley, que la autoridad no dé muestras de debilidad porque de ahí se aprovechan quienes exigen justicia violentando la misma ley que piden se aplique en otros, en un increíble cinismo.
De otra manera hay que ver que los tiempos para reaccionar y garantizar la supervivencia del Estado se acaban. Cada vez surgen más problemas que los estimados, éstos y los otros se acumulan en una cruenta espiral que pareciera no tener fin y que de no atenderse con certeza acrecentarían peligrosamente los riesgos y amenazas al Estado mexicano.
Hay que atender Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, Oaxaca. Problemas que demandan atención pronta sobre los grandes pendientes en temas de derechos humanos. No soslayar el decálogo propuesto por el gobierno federal. En fin, hay tantos temas que seguramente se acabará 2015 y no se solucionarán todos, de ahí la importancia de hacer una selectiva y rigurosa prioridad para intentar concluirlos y enviar claras señales de un positivo cambio de actitud gubernamental.
Con pactos o sin ellos, hay que garantizar certidumbre a los mexicanos y mexicanas de que las medidas a seguir, aun cuando parecieran muy amargas, es necesario tomarlas una vez más, pero sin olvidar que las oportunidades cada vez son menos.
Por eso la importancia de que cada autoridad, cada empresario, cada trabajador, cada ciudadano, como un todo, se inmiscuyan y cooperen en apoyar las adecuaciones que necesariamente se tomen en los tres niveles de gobierno para ajustar las estrategias ya implementadas. Ya pasó el tiempo de hacer pruebas y experimentos. Porque no se ve otra manera de que el país pueda avanzar, a menos de que se decida seguir en este aparente estado de anarquía.
*El autor es General de División Diplomado de Estado Mayor (retirado).
Luis Oliver
Agenda de riesgos
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