Luis Pazos

Pemex, de mal a peor

Sería injusto decir que el actual gobierno es el único responsable de la mala situación de Pemex; sin embargo, la administración es más o menos la misma que en el sexenio pasado.

Sería injusto decir que el actual gobierno es el único responsable de la mala situación de Pemex, ya venía con pérdidas y corrupción de sexenios anteriores. Al recibir Morena la administración del monopolio estatal, descubrieron millones sin comprobar y encarcelaron a su director del sexenio pasado.

Sin embargo, la forma de administrarlo y la opacidad en sus gastos son más o menos los mismos que el sexenio pasado. Sus pérdidas son mayores y la producción menor, a pesar del aumento del precio del barril de petróleo. En 2018 el precio del barril estaba en 61.4 dólares, en 2022 en 89.2.

En 2018, Pemex Transformación Industrial, que es el sector más importante de la paraestatal, que implica sus seis refinerías, tuvo pérdidas netas por 65.2 mil millones de pesos; en el 2022, 177.5 mil millones, 172.2 por ciento mayores a las de 2018.

Las exportaciones de Pemex en 2022: 39 mil 212 millones de dólares y las importaciones 74 mil 114, 89 por ciento mayores a sus exportaciones.

Es la empresa petrolera más endeudada del mundo. Sus pasivos son mayores a sus activos. Vende el litro de gasolina a sus consumidores más caro que varias empresas privadas de otros países que tienen ganancias.

No aporta recursos netos al gobierno. En cuatro años de Morena recibió subsidios para operar por 726 mil 300 millones de pesos, cantidad siete veces mayor al Presupuesto de la Secretaría de la Defensa Nacional en 2022: 104 mil 107 millones de pesos.

De enero a mayo del 2023, las exportaciones petroleras fueron de 12 mil 911 millones de dólares y las importaciones 24 mil 286, casi el doble: Pemex reduce reservas de dólares, no las aumenta.

La solución es convertir a Pemex en una empresa pública, que cotice en bolsa, que el gobierno mantenga, si quiere, la mayoría de acciones, pero que los particulares puedan comprar acciones de un Pemex con ingresos y gastos transparentes, y no sea una empresa privada de los funcionarios, que la empobrecen mediante contratos sobrevaluados a proveedores amigos y miles de millones de gastos sin comprobar. Solo así o con su completa privatización, puede dejar de ser Pemex una carga para México.

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