Tiro al blanco

Checo Pérez y los extremos

A Sergio ‘Checo’ Pérez lo seguimos, lo idolatramos, lo juzgamos y lo “matamos”, pero nunca lo ignoramos, como a ningún mexicano que nos represente bien, escribe Luis Rodrigo Gómez.

Al menos en los deportes, México es aficionado a los mexicanos.

El éxito de un atleta nacional proyecta la popularidad de cualquier disciplina. Lo vimos en el Taekwondo, desde el bronce de Víctor Estrada en Sídney 2000; el Tiro con Arco y las medallas en Londres 2012 y Tokio 2020; o los Clavados, gracias a las medallas en cuatro de los últimos cinco Juegos Olímpicos.

Fuimos fanáticos de la NBA, con Eduardo Nájera; nos hicimos del Real Madrid, con Hugo Sánchez; y del Barcelona, con Rafa Márquez, o del Manchester United con “Chicharito” Hernández; de los Dodgers, de Fernando Valenzuela; del tenis, con ‘El Pelón’ Osuna; del atletismo, con Ana Guevara; del golf, con Lorena Ochoa, y la Fórmula 1 paralizó al país con los Hermanos Rodríguez y ahora lo hace con Sergio Pérez y la vuelta del Gran Premio de México. Aunque, cabe aclarar, nos volvimos fanáticos de los deportistas no tanto de sus deportes. Por eso, cuando Nájera se fue, el basquetbol profesional se volvió de nicho… Como el futbol europeo (y fuimos capaces de cambiar al Madrid por el Barça sin recato alguno), el tenis, el atletismo, el golf y, por supuesto, a eso volverá la F1 cuando se vayan “Checo” y el GP mexicano.

Ahora, Sergio es nuestra pasión. Aunque éramos ferraristas de toda la vida, fuimos convertidos a Sauber, McLaren (más aún que en la época de Senna), Force India/Racing Point o Red Bull, según la escudería donde esté ‘El Viejo Sabroso’.

El tapatío nos representa: es, probablemente, el piloto de origen más “humilde” en la parrilla y el que más tuvo que picar piedra para llegar y mantenerse en la élite. Pese al apoyo familiar, no fue su papá quien le pagó la estancia en Europa sino sus patrocinadores. La escudería Telmex, de Carlos Slim Domit, es el principal, pero también INTERprotección, de Juani Casanueva, quien, ante la petición de un juvenil ‘Checo’ por apoyos económicos, se los prometió a cambio de cinco carreras ganadas al hilo en la categoría en que competía… y las ganó.

Pérez Mendoza pasó sobre viento y marea en F1 hasta llegar a Red Bull. Tras destacar en el humilde Sauber, llegó en 2013 a McLaren, aunque en el comienzo del declive de la icónica escudería británica, que desde su última victoria en 2012 (todavía con Lewis Hamilton), solo ganó un GP, en 2021.

Luego fue a Force India, que quebró —“Checo”, incluso, pagó sueldos de sus mecánicos—, y se convirtió en Racing Point, comprada por el canadiense Lawrence Stroll, quien impuso a su hijo Lance y, al contratar a Sebastian Vettel, echó al mexicano en 2020, hasta que, de manera casi fortuita, apareció Red Bull, que se había reconstruido y estaba listo para darle a Max Verstappen un coche y un coequipero a su altura para la temporada 2021.

Entonces nació ‘El Ministro de la Defensa’, llegaron dos títulos para el neerlandés, quien primero alabó a su compañero y luego lo desdeñó. El año pasado, también lo bautizaron como ‘El Rey de las Calles’, quien se hizo notar por el “cumbión loco” que bailó tras ganar el GP de Mónaco. Todos empezamos a amar al popular piloto mexicano y su “Never Give Up”, y a “tirar hate” casi desmedido contra Max y el “ya se los dije la última vez, no me vuelvan a pedir eso”, cuando no dejó pasar a ‘Checo’ en Brasil y lo dejó tercero del campeonato de pilotos, pese a que sus títulos se lograron con gran ayuda de Pérez.

Esta temporada, ‘El intimidador’ (apodo que se ganó por la radio de Carlos Sainz en el GP de Austria) va segundo, pero empezó pisando los talones de Verstappen. Entonces llegaron los “es tiempo de ‘Checo’”, “puede competir”, “Red Bull le mete el pie”, “Christian Horner y Helmut Marko no lo quieren”, y tras la terrible racha en las “qualis”, ahora las notas sobre el temor de su salida inundan la gran mayoría de los medios mexicanos.

En FOX Sports, notamos incrementos de tráfico cuando ‘Checo’ destaca y vemos caídas cuando no lo hace bien, pero, en cualquiera de los dos casos, nos da miles de páginas vistas hablar de él: para bien o para mal, directa o indirectamente, sobre Red Bull o sobre sus posibles reemplazos. Los comentarios en las notas de Max siempre tienden a juzgarlo.

Él, nuestro ‘Viejo Sabroso’, no nos deja indiferentes. Lo seguimos, lo idolatramos, lo juzgamos y lo “matamos”, pero nunca lo ignoramos, como a ningún mexicano que represente bien a México en el extranjero.

La de ‘Checo’ es una responsabilidad enorme, una que, quizá, ningún atleta debería tener. Lo que es claro es que este país necesita sonreír, demostrarse a sí mismo que es relevante. Sergio Pérez Mendoza es una prueba de que “sí se puede”. Ojalá nos dure muchos años más.

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