Tiro al blanco

El ‘Chicharito’ que se fue…

En un análisis profundo, hay que aceptar que, efectivamente, la carrera deportiva de Javier Hernández terminó cuando tomó la decisión de dejar al Sevilla y recalar en el Galaxy.

Chicharito le caía bien a todo el mundo. Incluso si no le ibas al Guadalajara, se aplaudía que surgiera en México un jugador con su perfil: aterrizado, de sonrisa fácil, con aspecto inocente, con buena educación y modales. Cuando un día cualquiera de abril de 2010, fue anunciado por sorpresa como jugador del Manchester United, invitó a los niños mexicanos a soñar: podías ser una persona común, con sueños y defectos, pero si trabajabas duro, con buena actitud y perseverancia, eventualmente podías cumplir tus más alocados anhelos. En esa época, cuando Javier Hernández tenía todavía 21 años, sí nos invitaba a “imaginar cosas chingonas”.

Intentaré ser conciso al recordar su historia: Hernández Balcázar nació el 1 de junio de 1988 en Guadalajara y su papá fue también profesional: El Chícharo, oriundo de Tolotlán, Jalisco, fue figura en Tecos, con los que jugaba cuando disputó el Mundial de México 86; él, Hernández Gutiérrez, se casó con Ana Silvia Balcázar, hija de la leyenda del Campeonísimo, Tomás Balcázar, quien también nació en Guadalajara y jugó sus 10 años de carrera con las Chivas; también disputó un Mundial, el de Suiza 54, en el que marcó un gol a Francia.

Pese a tener a esa familia, al Chicharito le costó muchísimo debutar y consolidarse. El primer gran batacazo le llegó en 2005, cuando Jesús Ramírez lo dejó fuera de la Copa del Mundo Sub 17, en la que México ganó su primer título mundial. Aunque le llegó un dulcecito en 2006, con su debut con gol ante Necaxa, en un torneo en el que los rojiblancos salieron campeones y le tocó colgarse la medalla, después pasaron tres años de pocos minutos, en los que, incluso, pensó en el retiro.

Javier finalmente se consolidó como titular en el Rebaño en el Apertura 2009 y, en el Bicentenario 2010, se marchó para concentrarse con México de cara al Mundial con los tantos suficientes para salir campeón de goleo justo antes de ser anunciado como delantero del United, una vez que terminara el torneo en Sudáfrica. En la Copa hizo dos goles, incluido uno a Francia, como su abuelo. Al Guadalajara solo volvió a despedirse en la inauguración del nuevo estadio, del que es el primer anotador histórico, en duelo ante el propio United.

La historia ‘chingona’ se consolidó en Europa. Anotó con la cara, con la nuca, con la derecha, con la izquierda, de rebote… y se hizo titular y hasta inició la Final de la Champions 2011; aunque la perdió ante el Barcelona de Lionel Messi y Pep Guardiola, sí ganó la Premier ese año -también en 2013-. Su periplo con los Red Devils terminó para recalar una temporada con el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, Gareth Bale, Iker Casillas, Karim Benzema, Toni Kroos o Luka Modric; y, después, se convirtió en la figura del Bayer Leverkusen por dos campañas, hasta que volvió a Inglaterra, con el West Ham, donde rindió a medias durante dos temporadas. Mientras, en la Selección, después de tres Mundiales (con goles en todos) y convertirse en el máximo anotador histórico, algo se rompió, algo cambió: Chicharito, nuestro Chicharito, se fue…

Me resultaba importantísimo dar este contexto porque había que recordar por qué Javier Hernández llegó a ser quien es. Después…

No voy a entrar en demasiados detalles porque la verdad solo la sabe él, pero en 2017 conoció a Diego Dreyfus y, coincidentemente, la imagen aspiracional que irradiaba Chicharito empezó a cambiar, fue durante su paso por el West Ham, incluido el Mundial de Rusia. Para entonces ya había indicios de que algo no checaba con la persona que, supuestamente, todos conocíamos, y para muestra las palabras de su exnovia, Lucía Villalón, quien, tras su ruptura en enero de 2017, confesó: “lo peor ha sido la deslealtad. No me lo esperaba”. Por la época, se rumoraba una relación entre el jugador y la actriz Camila Sodi, pero ninguno la confirmó.

Su regreso a España, en 2019, para jugar con el Sevilla, fue más testimonial. Ahí, el técnico Julen Lopetegui lo tuvo un semestre hasta que el mexicano decidió marcharse al Galaxy: “a los seis meses se quiso ir a la liga americana”, confesó Lopetegui, actual entrenador del West Ham, para FOX Sports. “Él seguramente pretendía estar en otras ligas diferentes a las de la exigencia inglesa o española. Fue una decisión de él”.

Fue a partir de Dreyfus que Hernández Balcázar se convirtió en un personaje irreverente, al menos en lo público. Sus entrevistas eran más distendidas, más polémicas, más disruptivas, más confrontativas. El atacante comenzó a decir groserías sin empacho, a mostrar una actitud más rockstar -quizá, con razón-, pero también comenzaron las lesiones musculares y las indisciplinas, como aquella que marcó su última convocatoria con México, en tiempos de Gerardo Martino, por un incidente extracancha en Nueva York, en 2019.

Javier dio mucho de qué hablar afuera de la cancha en L.A., entre otras cosas por su relación con Sarah Kohan, mamá de sus dos hijos, con quien hizo una especie de reality show junto a Dreyfus, ‘The Naked Humans’, en el que se le ve en su vida cotidiana, con el pelo naranja, con Kohan embarazada y con Dreyfus como ‘chaperón’. No tuvo mayor éxito.

Su relación con el ‘coach de vida’ recibió muchísimas críticas, sobre todo porque aquella actitud que lo hizo ídolo desapareció. Hay una “entrevista pendeja” (así se lee en la descripción del video) en el canal de Dreyfus que dice mucho de en quién se convirtió Chícharo, cuando el motivador le pregunta: “¿cuál es la razón principal por la que le caes mal a la gente?”. La respuesta es inmediata y contundente: “porque no toleran mi luz”, tras la que viene una reacción entusiasta de aprobación de Dreyfus: “¡huevos!, ¡se está poniendo chingón!”. La cuestión aquí es, en realidad, ¿quién odiaba a CH14 antes de Dreyfus?

En lo deportivo, tuvo un paso medianamente bueno, con grandes destellos, en sus cuatro años con el Galaxy hasta que, en enero, completó el regreso del ‘hijo pródigo’ a Guadalajara. Aquí no ha destacado: solo un gol en 17 duelos y más lesiones y polémicas fuera de la cancha que logros dentro de ella.

Javier Hernández nunca ha culpado a Dreyfus de nada y mantiene una buena relación con su ex, Kohan. Sin embargo, sigue muy poco receptivo a las críticas, al menos en redes sociales; de hecho, se muestra intolerante a prácticamente todo lo que no le sale bien, al menos hacia el exterior.

Ahora mismo, Chicharito es un personaje que divide. Tiene fans y detractores. Es muy activo en Twitch y Kick, donde se muestra muy abierto con su audiencia para jugar videojuegos y ver los partidos del Olimpo United, del que es presidente en la Kings League Américas. En su canal, habla de su vida como gamer sentado en una silla de juego enfundada en su jersey del equipo con el dorsal 14 y el nombre ‘Chichagod’, mientras agradece constantemente a sus patrocinadores. Por supuesto, en otras redes le llueven críticas por su rendimiento con Chivas, pero no en su faceta de streamer. Apenas el domingo, esa versión sin pelos en la lengua le dedicó varias mentadas de madre a los árbitros por señalar un polémico penal, cuya marcación, tras consulta en el VAR, lo orilló a dejar abruptamente su transmisión.

Con 36 años, es esa versión streamer de Chicharito en la que se le ve más extrovertido, después de una larga y fructífera trayectoria como futbolista. Sin embargo, en un análisis profundo, hay que aceptar que, efectivamente, la carrera deportiva de Javier Hernández terminó cuando tomó la decisión de dejar al Sevilla y recalar en el Galaxy. Después de eso, al menos en la cancha, casi todo ha sido tiempo de compensación.

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