Conforme la nueva normalidad empieza a sobreponerse a la pandemia, los problemas económicos de antes parecen regresar con fuerza a la economía mundial, lo que podría retrasar el crecimiento tan esperado desde hace meses.
Las tensiones que vuelven a surgir entre los Estados Unidos y China, las dos economías más poderosas del planeta, tendrán consecuencias en el resto de los países y en unos mercados que observan con cautela los números del segundo semestre del año, que hasta el momento no han sido los que se pronosticaron en cuanto a desempeño y a recuperación en la mayoría de los sectores de bienes y servicios.
Muchas compañías entraron en una fase de previsión de 2022 con presupuestos moderados, debido a que las señales de las principales potencias son de una desaceleración que puede provocar que la confianza de los inversionistas se reduzca para el primer semestre del próximo año.
La escasez de componentes, el encarecimiento del transporte marítimo y de los precios de los energéticos son factores que tendrán un efecto más allá de la estacionalidad que se esperaba. Eso quiere decir que la inflación por encima de los pronósticos de los bancos centrales nos acompañará todavía por un tiempo.
En este sentido, podemos esperar acciones puntuales para detener el avance del aumento de precios en el corto plazo y eso reducirá el margen de maniobra para fomentar el crecimiento, si lo que se busca es enfriar progresivamente el ya claro sobrecalentamiento de la economía mundial.
A la par seguiremos experimentando las consecuencias de la pandemia, que obligará a muchas industrias a reinventarse, específicamente las del sector servicios, para adaptarse a un cambio histórico en las reglas laborales y en la forma en que se convive en centros de trabajo de todo el mundo.
Otros mercados tendrán un repunte notable, si es que no lo impiden estas mismas tensiones de antes y ahora, como podría ocurrir con el turismo, los espectáculos públicos y los restaurantes, entre otros.
En este contexto incierto, México cuenta con ventajas que permiten continuar con el pronóstico de un crecimiento de 6 por ciento al cierre de este año, gracias a un programa de vacunación masivo que puede alcanzar a 80 por ciento de los adultos a partir de los 18 años antes de que lleguemos a la temporada decembrina, que impulsaría que la economía se recobre a niveles previos a esta emergencia sanitaria.
La lectura que hacen los analistas del comportamiento de las finanzas públicas y del Paquete Fiscal de 2022, recientemente aprobado, es de estimaciones cuidadosas que se basan en una tendencia de manejo responsable de la economía, el cierre de varios de los proyectos emblemáticos y el enfoque de ayuda social que permitió que amplios segmentos de la población mexicana pudieran atravesar por una crisis que tuvo que administrarse para evitar escenarios de contagio como los que ocurrieron en otros países.
Sin embargo, con la salida de la pandemia en el horizonte, los conflictos comerciales para disputar el sitio de qué nación será la primera en encabezar la recuperación hacen que regiones enteras estén a la expectativa de la actitud de mercados, inversionistas y gobiernos que vuelven a acomodarse en el escenario de la economía mundial, uno muy diferente al que dábamos por hecho antes de que llegara esta contingencia y que no puede resolverse con las mismas reglas que se usaron entonces.
Los países que decidieron hacer las cosas distintas para obtener resultados diferentes serán los que pronto se distinguirán en los indicadores de recuperación y en la forma en que sentarán las bases de su crecimiento en el mediano plazo, o hasta que suframos la siguiente eventualidad que nos obligue a cambiar modelos y principios que hoy ya no tienen cabida en una economía nueva y bajo presión.