Luis Wertman Zaslav

Cadenas rotas

Ningún país estaba preparado para la pandemia y tampoco para las consecuencias que trajo a la economía del planeta.

Hasta que no se reestablezcan todas las cadenas de producción que hacen funcionar a la economía mundial, la inflación seguirá en una persistente alza que será impulsada por la necesidad de muchos sectores de recuperarse de la pandemia y, en otros casos, de acaparar el exceso de dinero que pudieron ahorrar hogares o cuyos hábitos de gasto cambiaron radicalmente.

Esto implica riesgos para la política de los bancos centrales y un peligro constante para el poder adquisitivo de millones de personas que estarán padeciendo una cuesta de enero que podría extenderse durante la mayor parte del primer trimestre de 2022.

Al mismo tiempo, hay oportunidades para que naciones como la nuestra aprovechen la reubicación de estas cadenas de proveeduría y de fabricación de productos esenciales como los microcomponentes para surtir a Estados Unidos, Canadá y al resto de los países del continente en una especie de integración comercial acelerada por la simple acción de la ley de la oferta y la demanda.

Para los analistas que confían en la corrección de los mercados, suena mucho más sencillo de lo que parece. Los ahorros por el confinamiento no han durado lo que se esperaba en las casas de ningún país y aunque los empleos se han recuperado, los últimos meses de este año se ha observado una desaceleración en la creación de puestos de trabajo y mucho más en el interés de miles de personas que están dispuestas a explorar otras opciones de ingreso que no signifiquen una jornada de cuarenta o cincuenta horas semanales.

También influirán las decisiones de grandes compañías y de industrias completas que regresarán tres días a la oficina y mantendrán a su personal dos en casa, un esquema que ha cobrado fuerza por la popularidad entre la mayoría de los colaboradores, los cuales evitarán traslados y estarán en contacto con sus familias.

Ese cambio de rutinas seguirá modificando los hábitos de consumo, de entretenimiento y probablemente pueda abrir nichos de mercado que antes de esta crisis sanitaria habrían sido considerados imposibles. En suma, es una nueva realidad que sigue dependiendo de muchas cadenas productivas de bienes primarios, secundarios y de alta tecnología que no están al cien por ciento activas.

Sin embargo, llegará un momento a mediados del año siguiente en que los sistemas de producción pueden volver a articularse y entrarán en una etapa de adaptación para hacer negocios a la distancia, pero con puntos de fabricación y producción que tomen en cuenta sucesos inesperados y estén preparados y localizados en sitios estratégicos para no detener sus operaciones.

En un entorno más amplio, esta etapa inflacionaria (considero que no durará tanto tiempo como se teme) hará que la cooperación comercial entre naciones sea un movimiento estratégico y no un buen deseo como ocurre en muchos casos. Ningún país estaba preparado para la pandemia y tampoco para las consecuencias que trajo a la economía del planeta, valdría la pena concretar acuerdos multilaterales, de comercio libre, de tratados, que nos den una mejor protección para la siguiente crisis sanitaria, la cual seguramente surgirá en el futuro, de acuerdo con los mismos científicos que lograron desarrollar las vacunas que hoy son nuestra primera línea de defensa contra las variantes y los contagios.

De la misma forma, se tendrá que continuar con la homologación de leyes, mecanismos de solución de controversias y acciones de solución rápida de disputas para que las industrias puedan resolver rápidamente sus diferencias y los gobiernos no entren en juicios interminables o en sanciones que solo escalan. Nunca como ahora, necesitamos de una diplomacia comercial que abarque regiones y hasta continentes.

Y esa diplomacia económica debe incluir a la diplomacia tradicional, que a su vez debe ayudar a que se equilibre la tasa de vacunación en el mundo y muchos países reciban las dosis necesarias para que la pandemia concluya a la brevedad. Ómicron es una de varias mutaciones que pueden surgir en sitios donde la inoculación no alcanza ni 10 por ciento de su población. Es un asunto de ciencia y de comportamiento de naturaleza, en el que no pueden entrar en juego consideraciones de poder o de geopolítica. A menos de que no nos interese que las cadenas que hoy están dislocadas vuelvan a mover la economía internacional y lo hagan de mejor manera, con previsión y planeación hacia los problemas que vendrán en el futuro.

El autor es director general de Seguridad Privada de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

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