Luis Wertman Zaslav

No es 2008

La caída de protagonismo de Europa y las condiciones políticas en Asia, sumado al lastre de la guerra en Ucrania, confirman que la economía internacional está girando como nunca.

Esa ha sido la conclusión de los analistas del Fondo Monetario Internacional esta semana para tranquilizar a los mercados sobre las recientes quiebras bancarias en Estados Unidos y Europa.

¿Qué año es entonces? Sería la pregunta que tendrán que responder los bancos centrales para mantener el alza de tasas y con ello frenar una posible recesión al final del año.

En realidad, lo que estamos presenciando es un reacomodo de la economía mundial y, posiblemente, el surgimiento de un nuevo modelo, distinto a la globalización que ha imperado.

En la misma semana también, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) negocian la salida del dólar como moneda de referencia y una integración comercial que no había podido consolidarse desde que se unieron.

Del lado de América del Norte, el muy nombrado nearshoring está tomando forma con México como piedra angular y pronósticos de que la moneda estadounidense seguirá reinando en un mundo que se está equilibrando de forma muy diferente a la que podemos anticipar.

La caída de protagonismo de Europa y las condiciones políticas en Asia, sumado al lastre de la guerra en Ucrania, confirman que la economía internacional está girando como nunca.

Hacia qué lado y cómo quedará el balance de los países en competencia será el tema central de los estudios del FMI y de otras agencias que no parecen estar previniendo el escenario de acuerdos financieros estratégicos, impulsados por la política y los intereses comunes.

En ese contexto, las alianzas del pasado podrían quedar superadas y la hora de una integración real sería la opción más conveniente para que el intercambio de mercancías, bienes y servicios continue, pero sin hegemonías.

La pandemia demostró que el activo más importante de un país es la soberanía sobre sus recursos y su territorio. Si hace 30 años la dependencia económica era una mala idea, hoy es veneno para naciones que tuvieron que endeudarse o estar a la expectativa de un conflicto lejos de sus fronteras, porque no tenían suficiente control de sus recursos básicos, como la generación de energía y la producción de combustibles.

Si la tendencia será encarecer el valor del dinero, el déficit de varios bancos centrales hará que el crédito, ya de por sí elevado en sus intereses y comisiones, frene los intentos de recuperación vengan desde las empresas o desde los gobiernos. Solo que nada más de este lado del mapa.

Esta es la estimación de analistas en occidente y en el norte de América, porque la realidad es distinta en oriente. Todo puede explicarse mientras nada, o poco, cambia. Y eso no es lo que estamos viviendo.

Este podría ser el año en que regresó la economía de bloques y el equilibrio de la balanza financiera se fue hacia otro lado. Uno que muchas veces nos dijeron que no podía ser.

Hemos atravesado, no sin problemas, por la era de occidente como mercado principal, máquina cultural, centro tecnológico y de entretenimiento sin discusión. Sin embargo, eso no detuvo un desarrollo inédito de oriente en los mismos rubros. Solo faltaba la incorporación de otras naciones, con su población, para voltear la mesa.

La clave, insisto, es la soberanía nacional y la interlocución con los ciudadanos, porque en una pelea entre elefantes, dice un refrán, el que más sufre es el pasto. Un país soberano negocia, uno dependiente obedece.

México -existen muchos indicadores al respecto- es un país negociador ahora, con un margen de maniobra envidiable si lo comparamos con otras naciones similares; que tiene muchos retos, pero ha alcanzado lo principal: el respeto internacional y la cooperación efectiva de sus socios.

¿Qué año es? El de la definición económica de una nueva época, donde los problemas se resuelven entre iguales y las soluciones se comparten. Si hubiera dudas, basta mirar una de varias fotos que se compartieron ayer durante la cumbre para frenar el tráfico de drogas, especialmente el mortífero fentanilo; las tres responsables son mujeres, con la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, al frente de una misión de gobierno histórica. Visto así, es cierto, esto no es 2008.

El autor es comisionado del Servicio de Protección Federal.

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