Opinión

Agenda 2020

Este año puede ser de definiciones para consolidar las bases de una sociedad más equilibrada, sana, con seguridad y poder adquisitivo, que impulse en los próximos años el crecimiento económico.

Algunas variables que debemos tomar en cuenta para el segundo año de este cambio de época: Pemex y su desempeño en diferentes rubros; los principales la producción, la refinación y el control de su enorme deuda; no desestimo las calificaciones que reciba, pero el impacto que tenga en el día a día de nuestra economía (el precio de la gasolina, por ejemplo) será más relevante.

Ya que estamos en el tema energético, las nuevas reglas del juego para la generación y participación en el mercado de la electricidad, y el papel que tiene en éste la Comisión Federal de Electricidad, será todavía más importante, debido a que están comprometidas inversiones y proyectos que definirán en mucho los resultados económicos de 2020, incluyendo lo que se impulse en el campo de energías renovables y limpias.

Luego tendremos que seguir con atención si los múltiples programas sociales del gobierno federal empezarán a darle vida a un mercado interno que hoy funciona con un porcentaje mínimo de su capacidad real, si tomamos en cuenta la población total y el potencial de consumo que eso significaría para el país. Las remesas no podrán seguir al ritmo que llevaron el año pasado y sacar de la pobreza a miles, de preferencia millones, de personas será vital para alcanzar las metas de crecimiento que esta administración se impuso desde la campaña electoral.

La inversión pública y privada, sobre todo en infraestructura, será indispensable para que se renueven carreteras, caminos, vías férreas, aeropuertos y cualquier otro espacio que favorezca el comercio, el turismo y el traslado de mercancías.

Y por encima de todo, la seguridad. El reto número uno de 2020 (y del sexenio) deberá presentar avances sólidos para que la inversión interna y externa se mantenga constante. Regiones completas del país, donde hoy se concentran la mayoría de los crímenes de alto impacto, tendrán que cambiar sus condiciones, en una alianza entre autoridades de los tres niveles que se ve complicada, aunque no imposible.

Aunado a ello está la consolidación de un Estado de Derecho en el que el Poder Judicial da el salto hacia el combate decidido a la impunidad y transparenta muchos de sus problemas para que la confianza social en jueces y magistrados sea alta. La justicia no puede seguir obteniéndose por parte de quien tiene para pagar una buena defensa, o peor, un veredicto a su favor.

Este inicio de año amanecimos con la noticia de que entró en funciones el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que sustituye al Seguro Popular. De su alcance, eficiencia, suministro suficiente, dependerá la atención de miles de pacientes que no tienen otra opción para atender sus padecimientos; al mismo tiempo, las autoridades federales deberán insistir en los mensajes de una buena alimentación y de prevención de enfermedades que hoy tienen al sistema de salud nacional contra la pared.

Es decir, 2020 puede ser un año de definiciones para, como pretende el discurso oficial, consolidar las bases de una sociedad más equilibrada, sana, con seguridad y poder adquisitivo, que impulse en los próximos años el tan anhelado -y discutido- crecimiento económico que se refleje en las estadísticas y en los bolsillos de las y los mexicanos.

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