Opinión

Unidad en la Pirámide

Intercambiar ideas y propuestas es una condición para que la sociedad y sus dirigentes puedan llegar a consensos que permitan mejorar las condiciones de vida de la mayoría.

Estuve atento a las conferencias organizadas por el Consejo Coordinador Empresarial y en las que participaron líderes gremiales, de opinión, políticos, columnistas e intelectuales, además de mujeres y hombres de negocios, para dialogar sobre las formas en que podremos superar una pandemia como la que hoy nos afecta.

En cualquier democracia, intercambiar ideas y propuestas es una condición para que la sociedad y sus dirigentes puedan llegar a consensos que permitan mejorar las condiciones de vida de la mayoría, crear prosperidad y garantizar derechos mínimos; en resumen, un Estado de Bienestar real.

La mayoría de las opiniones y de los diagnósticos coinciden en que vienen momentos económicos difíciles y necesitaremos soluciones innovadoras, como nunca antes, para recuperar las pérdidas lo más pronto posible, lo cual significa varios meses hacia adelante, por muy rápido que lo logremos.

Fuera de los intereses políticos y de los de grupo, el ejercicio de hablar entre nosotros es valioso por donde se le vea, habrá grandes aportaciones que bien podrían aplicarse cuanto antes a partir de este encuentro impulsado por el CCE, aunque lo que resalta es que podemos coincidir en paz para llegar a acuerdos básicos que permitan enfrentar un escenario mundial inédito.

En otras oportunidades he reiterado que no debemos coincidir siempre, sin embargo, sí debemos tener consensos mínimos en aquellos elementos que son urgentes para mantener la estabilidad económica y social del país.

En ese sentido, uno de los puntos en los que nuestros líderes deben estar de acuerdo es en la viabilidad de endeudarse de manera responsable para contener los efectos de la crisis sanitaria o la manera en que los programas sociales podrán inyectar liquidez a los segmentos de nuestra sociedad que tienen ingresos al día y a Pymes y pequeños negocios que en este momento llevan ya casi dos meses sin abrir o defendiéndose como pueden para sobrevivir.

Si nuestra economía es una pirámide donde la mayoría se encuentra en la base y un porcentaje mucho menor en la punta, luego vendrán las medidas que tendrán que ayudar a esa parte que denominamos clase media y que siempre corre el riesgo del despido o de encontrarse bajo esquemas laborales que no brindan prestaciones, incluidos los propios servidores públicos que en este momento podrían entrar en una nueva "vuelta de tuerca" a las acciones de austeridad del gobierno de la República.

Con deudas contraídas, básicamente en bienes inmuebles (hipoteca) o muebles (auto), el sector medio de la sociedad tendrá que recibir apoyos a la misma velocidad que la base del triángulo. Pero no son los únicos, empresas y negocios medios son los que generan puestos de trabajo, así que ayudarlas es también una tarea inmediata.

Claro que debe existir absoluta transparencia en los apoyos, privados y públicos, y se debe cuidar muy bien que el respaldo que se otorgue no sea un pretexto para abusar, pero entramos a una etapa de la pandemia (y poco más delante de la crisis económica) en donde la supervivencia de muchas familias y negocios depende de la eficacia de las estructuras gubernamentales y empresariales que nunca se habían enfrentado a algo así en, al menos, medio siglo.

No obstante, el tiempo apremia. Y si nuestro sistema hoy es una pirámide que también debe achatarse, es momento de hacerlo rápido, por consenso, y sin perder de vista que cualquier otra figura geométrica en la que deseemos convertirnos, necesita de todas y de todos.

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