Esta semana se presentará el Presupuesto para 2022 al Congreso. A pesar de los dichos presidenciales acerca de “récords históricos”, las cosas no están bien en las finanzas públicas. En el primer año el gobierno logró reducir un poco el déficit, pero aun así cerró con un faltante de 400 mil millones de pesos. Para el segundo, 2020, la cifra había crecido a 655 mil millones, y en éste, estimo que será un poco superior a 750 mil millones de pesos.
Para cubrir esos déficits, el gobierno ha contratado deuda por 1.6 billones de pesos, que puede parecer razonable, pero que no logra compensar las cifras mencionadas, que suman 1.8 billones. Es decir, les falta incrementar el endeudamiento en otros 200 mil millones de pesos en estos últimos meses de 2021.
El déficit creciente es producto de ingresos que crecen lentamente, y gasto que lo hace a mayor velocidad. Comparando este año (estimaciones propias del cierre) con 2018, los ingresos serán 9 por ciento mayores, en términos nominales, pero el gasto presupuestal crecerá 18 por ciento, y el gasto total, 14 por ciento. En los ingresos, pasamos de 5.1 a 5.6 billones de pesos; en el gasto total, de 5.6 a 6.4 billones.
Si en el nuevo Presupuesto se mantiene la tendencia de crecimiento en el gasto, no habrá manera de financiarlo sanamente. Y ya sabemos que, al menos, tendremos un mayor gasto en la pensión universal no contributiva (adultos mayores), porque así lo anunció el Presidente, que no se fija en minucias.
En los presupuestos anteriores, para forzar un equilibrio, se han estimado ingresos petroleros elevados, que nunca se cumplen, y ahí es en donde hemos tenido el mayor faltante. Como usted sabe, la recaudación ha crecido, y eso ha compensado un poco, pero es difícil que crezca mucho más. Seguramente verá usted que se promete una plataforma de producción de petróleo cercana a 2 millones de barriles diarios, un precio de la mezcla mexicana rondando 70 dólares, y un crecimiento de la economía cercano a 4 por ciento para 2022. Con estas cifras, y un poco de maquillaje, parecerá un presupuesto factible, y la mayoría que tiene la coalición del Presidente, incluyendo al Partido Verde, lo aprobará.
Hasta aquí, parecería que hablamos de un poco de presión, pero nada excepcional, considerando lo que ocurre en otros países en los que sí se han impulsado planes de recuperación desde 2020. En esas naciones hay presión sobre las finanzas, pero también hay crecimiento económico. Aquí, no podemos siquiera recuperar el nivel previo a la pandemia, y la presión fiscal es peor de lo que parece.
En realidad, el faltante del gobierno ha sido mucho mayor al que se refleja en los datos que le comentaba. En los últimos tres años, el gobierno ha tenido ingresos por “aprovechamientos” por 932 mil millones de pesos, cuando deberían haber sido de menos de la mitad. Además, se han transferido recursos a Pemex por más de 200 mil millones de pesos que se anotaron como ingresos, de forma fraudulenta. Esto significa que al incremento en la deuda de 1.6 billones deberíamos sumar otros 700 mil millones de pesos que aparecieron como por magia.
No hay magia. Lo que el gobierno ha hecho es liquidar fideicomisos y de ahí obtener 370 mil millones de pesos, y además ha hecho uso de los ahorros que se tenían por 500 mil millones más. No puedo detallar aquí todo, pero lo puede usted ver en www.patreon.com/macariomx.
En suma, en dos años y medio, el gobierno ha reducido sus activos e incrementado su deuda a un ritmo de un billón de pesos por año. Ya no tiene muchos activos, veremos cuánta deuda aguanta. Tengan su estabilidad, pues.
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