Fuera de la Caja

Los peligros de la moralidad

Hemos platicado mucho de cómo los seres humanos no pueden entender la realidad en que viven, y por ello construyen historias que le den sentido, comenta Macario Schettino.

Hace nueve meses, le recomendé aquí un libro de Jesús Zamora Bonilla, titulado Contra apocalípticos. Ahí le comentaba que “el libro se dirige a las posiciones extremas que son hoy populares en tres temas: ecologismo, animalismo y posthumanismo” frente a las cuales Zamora argumenta desde una postura lo más racional posible. Y ampliaba:

“Desde el inicio del libro aclara su posición: está convencido del daño que producimos al planeta con nuestros excesos, de la necesidad de tratar con dignidad a los animales, y de la importancia de entender la posición de otras personas. Sin embargo, precisamente por este último elemento, Zamora se define como un relativista moral. No en el sentido del relativismo cultural tan famoso desde hace unos años, sino, en sus palabras, entendiendo que ‘la única actitud racional ante un debate que se refiere a asuntos dominados por la incertidumbre y la complejidad es no aferrarnos con demasiada vehemencia a nuestras convicciones morales’. Porque estos temas, más allá de datos y evidencias, suelen discutirse precisamente en términos morales, y la moralidad no existe en la realidad, sino en nosotros”.

Ahora permítame sugerirle otro libro de un autor español, Pablo Malo, cuyo título es Los peligros de la moralidad. En él, Malo busca explicar (en mi opinión, con bastante éxito) los orígenes evolutivos de la moralidad, un mecanismo que ha permitido la construcción de sociedades humanas cada vez mayores. Al respecto, yo tengo una visión un poco diferente de Malo, pero no incompatible. Dedica tres capítulos a esto.

La moralidad, que alimenta sentimientos acerca de otras personas, fortalece la cohesión al interior de los grupos, pero a costa de debilitar la relación con el resto, o incluso provocar la agresión hacia los demás, los que no forman parte. Es el “tribalismo moral”, al que dedica el capítulo cuatro. En el cinco se concentra en la moralidad del mundo moderno (que en realidad es el contemporáneo). A continuación, se enfoca en analizar la construcción de una visión moral muy particular, muy exitosa en el mundo anglosajón, y que nos está llegando paulatinamente a través de quienes han ido a estudiar allá: la “justicia social crítica”. En este capítulo aprovecha, entre otros, el trabajo de Pluckrose y Lindsay, Cynical Theories, que también es ampliamente recomendado por esta columna.

Finalmente, dedica un capítulo a los problemas y peligros de la moralidad, en el que insiste en un tema que atraviesa todo el libro: la violencia social es resultado de la moralidad. Guerras, revoluciones, enfrentamientos, son producto de grupos que creen que están haciendo el bien, que imaginan estar enfrentando el mal absoluto, según lo dicta su moral. Es por eso que le preocupa tanto esta nueva visión moral que “se manifiesta en la cultura de la cancelación, en la sociedad del victimismo, en la indignación continua en las redes sociales ante los menores errores o faltas morales de las personas, en linchamientos morales que recuerdan la caza de brujas, en despidos de trabajadores por expresar sus ideas, en censura, en retirada de libros considerados herejes, en un ataque a la libertad de expresión, en un miedo a hablar…”

Hemos platicado mucho de cómo los seres humanos no pueden entender la realidad en que viven, y por ello construyen historias que le den sentido. Esas historias son los discursos morales. Lo que nos parece bueno o malo es resultado de cómo hemos ido construyendo sociedades cada vez más complejas y grandes, y tiene fecha de caducidad. Cuando un discurso moral deja de funcionar, la sociedad entera entra en disonancia cognitiva: la realidad no se parece a lo que entendemos.

Esos momentos resultan muy difíciles, peligrosos, pero también, tarde o temprano, terminan, como platicamos el lunes pasado. Aproveche el fin de año para leer estos libros, le serán útiles en 2022.

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