Fuera de la Caja

Crecimiento

Ya se revisarán los datos fiscales para saber si, para 2023, hay posibilidad de esperar algo mejor, o si de plano ya nos quedamos en crecimiento cero en este sexenio.

Se publicó la estimación de Inegi del PIB de México al primer trimestre, y es una muy buena noticia. El PIB crece 1 por ciento en los primeros tres meses del año en comparación con los últimos tres de 2021. El Indicador Global de Actividad Económica, que no es exactamente igual al PIB, pero tiene la ventaja de publicarse cada mes, crece 1.2 por ciento en esa misma comparación, y eso resulta ser el mejor dato de un trimestre en todo el sexenio actual (excluyendo tanto la caída como la recuperación de la pandemia, que distorsionan todo).

Un crecimiento de 1.2 por ciento en un trimestre, si se convierte en tasa anual, representa prácticamente un crecimiento de 5 por ciento, que no es nada despreciable, y que, como le digo, no habíamos visto en la actual administración. No es un dato tan raro históricamente, y este crecimiento se ubica en el lugar 27 desde 1993 (van 117 trimestres). Es decir que éste, el mejor de AMLO, está en el 25 por ciento mejor de la historia reciente. Carlos Salinas tuvo un trimestre mejor en cada uno de los años registrados en esta serie; Zedillo suma 11 trimestres con este crecimiento, o mayor, pero la mitad de ellos en la recuperación de la crisis de 1995; Fox alcanzó a tener tres en su sexenio, y tanto Calderón como Peña Nieto suman cinco. Es decir, es una gran noticia, y ojalá haya más de estos trimestres en lo que resta del actual gobierno, pero no es una cosa excepcional.

Para este año, sin embargo, no parece que logremos repetir la hazaña. Los expertos mantienen su estimación de que creceremos un poco menos de 2 por ciento en el año; en promedio sugieren 1.8 por ciento. Si esto se cumple, entonces ya nada más nos falta medio punto de crecimiento para el resto del año, que no es distinguible del estancamiento.

En este primer trimestre, el crecimiento provino de tres fuentes. La primera es ficticia, el crecimiento de minería que resultó de contratos de Pemex para exploración y explotación que ya comentamos hace algún tiempo. Eso ya se borró, y la minería ha regresado a su tendencia negativa. La segunda sí es de verdad, y es la recuperación del turismo, en tres actividades: comunicaciones y transportes, entretenimiento y hospitalidad. La primera ha superado ya sus niveles previos, mientras las otras dos siguen todavía camino de lograrlo, pero van bien.

La tercera es la combinación manufacturas-comercio al mayoreo, que depende mucho de las exportaciones, es decir, de Estados Unidos. En el primer trimestre, las manufacturas crecieron 8 por ciento y el mayoreo 10 por ciento. Para abril, los datos del comercio exterior apuntan a que no hay más crecimiento en este rubro. Más aún, las estimaciones de crecimiento del país vecino se han moderado mucho en los últimos meses, y ya también apuntan a un poco más de 2 por ciento. Por ahí puede moverse esta pareja.

Si somos optimistas, y esperamos un crecimiento de las manufacturas del orden de 3.5 por ciento para este año, y una recuperación continuada y casi completa de turismo y entretenimiento, es posible alcanzar un crecimiento en la industria completa de 2 por ciento y de 1 por cento en los servicios. Esto nos llevaría ligeramente abajo de 1.5 por ciento para la economía en su conjunto.

Pero no deberíamos sorprendernos. El derrumbe de la inversión, que ya se ha reflejado en pérdida de capital instalado, hace cada día más difícil mover la economía mexicana. Entre 1980 y 2018, el crecimiento promedio anual fue de 2.35 por ciento; ahora, el crecimiento potencial parece estar alrededor de 1.5 por ciento. Yo sé que se quejaban de que era poco lo anterior, pero ahora tenemos menos.

Ya revisaremos los datos fiscales para saber si, para 2023, hay posibilidad de esperar algo mejor, o si de plano ya nos quedamos en crecimiento cero en este sexenio.

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