Entramos al último trimestre del año, y todo indica que será muy interesante. Permítame ofrecerle algunos procesos que creo que debemos seguir con atención.
Primero, la Reserva Federal de Estados Unidos elevó su tasa de interés en tres cuartos de punto la semana pasada, y sus propias estimaciones para 2023 ubican la tasa en 4.75 por ciento. Eso es mucho, sobre todo después de muchos años de estar más bien cerca de cero. Sin embargo, varios especialistas creen que la tasa estará aún por encima de eso, tal vez en medio punto porcentual.
Eso es relevante porque octubre suele ser el mes en que se caen las hojitas de los árboles, pero también se caen las bolsas de valores, que ahora llevan ya buen rato de capa caída. Es casi seguro que estaremos en recesión durante el próximo año. Para México, esto es importante por dos razones: la primera es que para evitar una depreciación del peso debemos mantener un margen por encima de la tasa de la Fed, que ahora es de 6 puntos, pero muy probablemente alcance 7 durante el próximo año. Por otra parte, el gobierno estimó un crecimiento de la economía de 3 por ciento para 2023, y creo que pronto empezarán las estimaciones que lo ubiquen por debajo de cero. La crisis fiscal de la que he hablado tanto incrementa su magnitud y su probabilidad de ocurrencia.
Segundo, hay un par de países en los que el régimen enfrenta problemas mayores. El primero es Rusia, porque la invasión de Putin a Ucrania ha sido un fracaso monumental y ha evidenciado que ese país no tiene ejército. Por esa razón, desde hace 10 días el gobierno de Azerbaiyán aprovechó para reanudar su conflicto con Armenia, que Rusia había detenido. Frente a la debacle, Putin intenta reclutar jóvenes en masa, y eso rompe la legitimidad de su gobierno, que ofrecía a los rusos algo de progreso y tranquilidad a cambio de dejarle a él y sus amigos la política y los negocios. Por cierto, varios de los amigos y aliados últimamente han adquirido gusto por saltar del quinto o sexto piso.
El otro régimen en riesgo es el de Irán. Usted seguramente está al tanto del gobierno teocrático, misógino y autoritario de ese país. Hace unos días, su Policía de la Moral asesinó a una jovencita por no usar “correctamente” el trapo que tienen que ponerse en el cabello. Las manifestaciones han crecido notoriamente, y en parte eso ocurre porque el líder iraní, Ali Khamenei, está muy enfermo. La potencial caída de los regímenes actuales de Rusia e Irán favorecen notablemente a Erdogan en Turquía, quien por cierto ha tenido mucho éxito geopolítico en este año.
En China, se acabó el sueño. El crecimiento económico ha terminado, y no lograron convertirse en un país desarrollado, ni generar un mercado interno razonable. China ya pierde población, pero especialmente la que está en edad de trabajar. Para mantener un crecimiento moderado (digamos entre 3 y 5 por ciento) tendrá que hacerlo depreciando el yuan, lo que implica que el ingreso de los chinos, medido en dólares, ya no crecerá más. Se van a enojar. El 9 de octubre inicia el Congreso del PCCh, que debe dar luz verde al tercer periodo quinquenal de Xi Jinping en el poder. Creo que habrá fuegos artificiales.
Muy rápido, Europa. Reino Unido, en problemas con sus dos nuevos dirigentes, Liz Truss y Carlos III, ambos inferiores a sus predecesores (lo que en el caso de Truss está grave). Italia elige nuevo gobierno mientras escribo, y sigue siendo favorita Giorgia Meloni, que de joven era simpatizante de Mussolini. Ignoro si mantenga esa simpatía, pero sí se ha pronunciado contra la migración, de la que depende el futuro de Italia, por más que no quieran aceptarlo. Y no deje de ver qué hace Alemania para sortear la crisis energética en que estará durante el invierno. Mucho que atender, más allá de nuestro vecindario.