Fuera de la Caja

Marcha de la locura

En materia económica y financiera el gobierno de López Obrador ha sido tan malo como se esperaba, en materia política e internacional ha superado las expectativas.

Finalmente, se han cumplido las expectativas del actual gobierno. Se esperaba que pusiese en riesgo las finanzas públicas, que impidiera el crecimiento económico, que polarizara la política y que derrumbase a México en la visión internacional. Todo ha ocurrido.

Muchas personas, incluyendo al mismo López Obrador, usan como referencia del mal manejo de las finanzas públicas al tipo de cambio, de forma que, viendo al dólar a 18 pesos, imaginan que no existe un problema fiscal. Así era antes de que tuviésemos tipo de cambio flexible, pero ya no más. Ahora, el precio del dólar tiene detrás una gran cantidad de factores, y pocos de ellos se manejan internamente. De ellos, el más relevante en tiempos recientes ha sido la tasa de interés, que fija el Banco de México y no el gobierno federal.

El ajuste que sufrió nuestra moneda de fines de 2014 a 2016 se debió esencialmente a los ataques de Trump y al ciclo de precios de materias primas. La renegociación del Tratado de Libre Comercio, y después la candidatura y triunfo de López Obrador, lo mantuvieron en 22 pesos por dólar. Ahora, en otro punto del ciclo, con un premio de 6.25 puntos por tener el dinero en pesos, el dólar está barato.

Pero las finanzas públicas no están en buenas condiciones. Ya lo hemos comentado, se agotaron ahorros, se incrementó la deuda, y hoy mismo no hay dinero disponible. Malbaratar activos, comprar caro otros, no ayuda en nada. Hacienda anunció un déficit de 4.3 por ciento del PIB para este año, y habrá muchos ojos cuidando que la trayectoria sea la correcta. De no ser así, la ilusión del dólar barato puede borrarse de golpe.

Durante cuatro años, México no ha crecido nada. Algunos siguen atribuyéndolo a la pandemia, pero es muy claro que otros países, que sufrieron lo mismo, han recuperado no sólo el nivel, sino incluso la tendencia previa. No es nuestro caso. Cada cierto tiempo, nos emocionamos cuando ocurren dos meses buenos, como a inicios de este año, pero la verdad es que perdimos ya ese ritmo de 2.4 por ciento anual que tan pequeño parecía, para ubicarnos ahora cerca de 1.5 por ciento.

Pero si en materia económica y financiera el gobierno de López Obrador ha sido tan malo como se esperaba, en materia política e internacional me parece que ha superado expectativas. Los catastrofistas imaginaban que López Obrador sería capaz de despreciar a los otros poderes, e incluso lanzarles multitudes para doblegarlos. No tuvo necesidad de hacerlo al principio, pero ya está en eso. En el Congreso, las multitudes son los mismos legisladores de su partido, que no tienen empacho en avasallar a la oposición como no lo hizo siquiera el PRI. Frente a la Corte, ha llegado al punto de promover un plantón, esta semana, que pone en riesgo la misma integridad de los ministros.

En el terreno internacional, el derrumbe de México no tiene parangón en nuestra historia. No sólo descendemos en todos los índices y hacemos papelones en todos los eventos, sino que, siguiendo las manías presidenciales, andamos buscando aliados entre lo más despreciable del planeta, mientras picamos todo lo posible a nuestro más cercano socio. El exabrupto del fin de semana de López Obrador, casi llamando a las armas a la población, es un absoluto sinsentido.

Hay muchos que creen que Morena tiene ganado 2024, pero esta columna opina exactamente lo contrario. Lo que no tiene duda es que, en este segundo caso, López Obrador no admitirá su derrota, como es su costumbre. Por el ambiente polarizado, por las condiciones económicas, sería de esperar una muy mala situación en ese caso. Ahora, después de lo visto en los últimos días, parece que no tendremos que esperar a 2024 para atestiguar el caos.

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