Fuera de la Caja

Nunca entendió

Si la sucesión se define en Morena antes de septiembre como sugiere López Obrador, estamos cuando mucho a tres meses de que termine el poder total del presidente.

Según diversas versiones en medios, en la reunión del Presidente con sus senadores y sus candidatos, éste habría insistido en que la sucesión se defina antes de septiembre. Algunos hablan de tres meses, otros de que sería en agosto, en eso ya no hay claridad. Supongo que ocurriría después de las elecciones del primer domingo de junio. Esto significa que estamos a un mes, dos, o tres, de que termine el periodo de poder total de López Obrador. Lo que siga será diferente, aunque no mejor, que lo que hemos visto.

Creo que ya es claro que López Obrador nunca entendió qué es la Presidencia. Como candidato, su actividad preponderante en su vida adulta, el éxito respondía a su capacidad de enfrentar, denunciar, destruir. Después de décadas haciendo eso, no comprendió que la Presidencia es exactamente lo opuesto: se trata de concitar, conciliar y construir. No se trata de olvidar las convicciones propias, o abandonar a quienes sumaron para obtenerla, pero se tiene que moderar el ímpetu y se debe escuchar a todos, no nada más al puñado de edecanes (en su sentido original, ayudas de campo, soportes de campaña).

Concitar implica abandonar el sectarismo, invitar a otros a la mesa, no a los mismos de siempre o a los que sirven para una foto. Se trata de ampliar la perspectiva, porque todas las visiones son parciales. Sirve para poner a prueba las ideas propias, que siempre tratamos con benevolencia excesiva. Hubiera servido, en este caso, para no hacer caso de planos dibujados en servilletas (de aeropuertos, trenes o sistemas de salud).

Conciliar es buscar puntos de contacto con esos nuevos invitados. Así como tratamos nuestras opiniones con bondad, lo normal es que tratemos rudamente las opiniones de otros. Conforme somos más críticos con nosotros mismos, lo seremos menos con los demás, y es ahí donde buena parte de las diferencias desaparecen. Nunca todas, pero las suficientes para que los proyectos tengan mucho más apoyo, y mucha más probabilidad de funcionar. Esa conciliación hubiese evitado el infame retroceso a energías contaminantes o la transformación del Conacyt en el Consejo Nacional de Creencias y Supersticiones.

Construir, desde la Presidencia, exige esos dos pasos previos: convocar y dialogar. A cuántos se llama y de qué se discute depende del sistema político. En democracia, para eso sirve el Congreso. En otros espacios, será con oligarcas, barones, hombres fuertes. Cuando el círculo apenas incluye un par de familiares, varios lacayos y un puñado de aplaudidores, nada puede construirse. Es el caso.

Se ha hecho mucho énfasis en la importancia que para López Obrador tiene la historia, y su obsesión de incluirse en ella, no como un presidente más, sino como adalid de una transformación total. Ya fracasó en eso, rotundamente, aunque todavía es posible que su tiempo se registre como causa de algo importante.

El tamaño de la destrucción es tal que lo que viene será histórico. Sea porque logremos recuperarnos pronto, porque vengan décadas de estancamiento o porque entremos en una espiral destructiva, viviremos algo inédito. El gobierno federal está inutilizado; varios gobiernos estatales están en manos del crimen; las obligaciones superan los recursos disponibles; ya no hay Fuerzas Armadas en funciones, sino burócratas y constructores armados…

Hay forma de evitar el caos, pero sin la intervención de López Obrador. Él se ha descalificado en estos cinco años. Por lo mismo, inhabilitará a quien designe como sucesor(a). Algo similar puede decirse de las dirigencias partidistas, enanas, de estos años.

En esta lógica debe construir la ciudadanía, que está entendiendo mejor que los políticos tanto el momento como la esencia: concitar, conciliar y construir.

COLUMNAS ANTERIORES

No lo imaginan
Todo se paga

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.