El domingo pasado, en Argentina, presenciamos un caso más en el que un externo a la política se convierte en un potencial triunfador en una elección presidencial. Ese día se llevaron a cabo las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), en las que se esperaba que los partidos tradicionales, el peronismo y la coalición de Macri, obtuvieran cerca de 30 por ciento de los votos cada uno, dejando a Javier Milei en tercer lugar. No fue así, Milei obtuvo el triunfo con 30 por ciento de los votos, mientras que los dos grupos tradicionales se quedaron atrás. A nivel territorial, Milei arrasa, aunque la concentración de población en el noreste de Argentina mantiene con fuerza a los partidos tradicionales.
Este domingo próximo habrá elecciones en Guatemala y Ecuador. En el primero, ocurrirá la segunda vuelta, en la que se enfrentan Sandra Torres, de UNE, y Bernardo Arévalo, de Semilla. Éste es un ejemplo más de un externo que da la sorpresa. En la elección de Guatemala, el candidato con mayor probabilidad de triunfo era Carlos Pineda, millonario que se hizo muy famoso a través de TikTok, pero que fue descalificado por un pleito entre el partido al que pertenecía antes de este proceso, y el que creó para separarse. Cuando no le permiten participar, el 23 por ciento de intención de voto que tenía se desplaza, y cerca de la mitad se va con Edmond Mulet, quien parecía estar seguro en la segunda posición. Una declaración desafortunada casi al final de las campañas provocó que los votantes antisistema que se habían movido con él buscaran otra opción. Las encuestas ya no pudieron registrarlo, pero sí fue perceptible en TikTok. Al final, Sandra Torres obtuvo 16 por ciento en la primera vuelta, por 12 por ciento de Arévalo. El voto nulo fue de 17 por ciento.
En Ecuador, después del asesinato de Villavicencio, la segunda posición se disputa entre Otto Sonnenholzner y Jan Topic. Ellos tres eran los candidatos ‘externos’, de los cuales quedará uno que dispute a Luisa González, oficialista, la Presidencia en la segunda vuelta.
Ya lo hemos comentado varias veces: desde 2009 (es decir, la Gran Recesión), una cantidad importante de votantes no quiere mantenerse en el sistema político vigente, cualquiera que éste sea. Todas las democracias occidentales han visto crecer candidatos ‘externos’. Muchos de ellos ni siquiera lo son, pero la gente así los interpreta. El caso más claro es López Obrador, que lleva 50 años de vivir dentro de los partidos políticos, pero muchos siguen pensando que es un externo (outsider). Trump es otro ejemplo, o Macron, que creó un partido para convertirse en presidente. Ya también comentamos el caso español, donde partidos novedosos tienen grandes crecimientos (Ciudadanos, Vox), que no siempre logran concretar.
Desafortunadamente, este fenómeno trae consigo el debilitamiento de los sistemas de control de la democracia de la posguerra. Medios, academia y aparato burocrático servían para eliminar candidatos potencialmente riesgosos para la democracia. Ése es precisamente el sistema que la ciudadanía ya no quiere (no sólo los partidos, aunque con ellos sean más virulentos). Esto ha puesto en riesgo la democracia, pero también a la ciencia, porque al debilitar el discurso “racional” y reemplazarlo por el “emocional”, no sólo aparecen charlatanes políticos, sino merolicos de todo tipo.
Creo que hay dos cosas que debemos concluir de esto. Primero, que por varios años más, los mejores candidatos serán aquellos que sean considerados externos al sistema. Segundo, que tenemos que construir una nueva forma de discurso, compatible con el sistema interactivo de las redes, que vuelva a colocar como valores fundamentales la democracia, el mercado y la ciencia.
De esto último se desprende que la construcción de la “nueva normalidad” sigue estando a varios años de distancia y, por lo tanto, de lo primero se concluye que la mejor candidata de la oposición, en este momento, es Xóchitl Gálvez.