Fuera de la Caja

Juramento

López Obrador rompió su juramento como Presidente. Por tanto, está incapacitado para continuar en el cargo por su insistencia en violar la Constitución y las leyes.

López Obrador es un mentiroso transparente. Miente más de 100 veces al día, como se sabe. Dice que primero van los pobres, pero sus políticas no están destinadas a ellos, sino a comprar votos. Dice que defiende la soberanía nacional, pero en realidad administra a los migrantes como arma de presión frente a Estados Unidos. Continuamente utiliza cifras erróneas para convencer de que la economía está en perfectas condiciones, cuando ya los alfileres se van cayendo, especialmente en las finanzas públicas.

Es, sin embargo, también transparente. Siempre dijo que enviaría al diablo a las instituciones, y lo está haciendo. Siempre dijo que la ley no le importaba, y ya nos aclaró que él está por encima de la ley. Pero esto rompe con su juramento como Presidente. Por tanto, está incapacitado para continuar en el cargo. Por su escaso apego a la verdad, pero especialmente por su insistencia en violar la Constitución y las leyes.

Es tan evidente lo que acabo de describir, que sus seguidores ya han empezado otra vez con el cuento del ‘golpe blando’. Es algo muy frecuente en los gobiernos, pero más en aquellos que dicen ser ‘de izquierda’. Su proclividad a creer en complots es infinita. La realidad, para ellos, no ocurre sino a través de la comunicación. Existe lo que se dice, nada más. Así, si alguien critica al Presidente, no tiene importancia el argumento, ni su validez, lo que importa es qué busca con ello el criticón. Para ellos, todo es cuestión de intereses. Tal vez sea un caso claro de ‘cree el león…'.

Dicen quienes respaldan a López Obrador que éste ha logrado grandes cambios a favor del pueblo. Usan este colectivo como referencia porque no tiene sustancia. No pueden decir que ha sido a favor de los pobres, porque no hay evidencia de ello. No pueden decir que a favor de los ciudadanos, porque ha sido al contrario. Pero, olvidándonos del sujeto, convendría conocer cuáles son esos grandes cambios positivos.

Tenemos los mayores déficits fiscales desde los años 80, cuando las crisis, así que por ahí no es. En corrupción, tenemos en este sexenio el mayor fraude documentado, al mismo tiempo que la mayor proporción de contratos opacos o reservados, en décadas.

Alcanzamos una de las mayores tasas de mortalidad en la pandemia, siguen escaseando las medicinas, y las instalaciones hospitalarias se han deteriorado notablemente. Tampoco en salud hay nada, pues. La Nueva Escuela Mexicana es un desastre mayúsculo, por suerte, porque los materiales publicados son panfletos para adoctrinamiento de la peor calidad. Creo que del tema de inseguridad y violencia no es necesario hablar mucho. En seguridad, salud y educación, los temas más importantes para los hogares, este gobierno ha sido terrible.

Últimamente les ha dado por celebrar la economía, pero creo que festejaron fuera de tiempo. Se confirmó la semana pasada la desaceleración al cierre de 2023, y también nos enteramos de que tuvimos la inversión extranjera más baja en 45 años. Nada de nearshoring, pues. Celebran mucho el tipo de cambio, pero ése no depende del gobierno, al igual que las remesas. No falta quien ovaciona los grandes incrementos al salario mínimo, sin caer en cuenta que el salario promedio de los trabajadores formales no ha podido subir al mismo ritmo que los alimentos. Tal vez por eso, en la encuesta de EL FINANCIERO de inicios de mes, la distancia entre quienes ven que la economía va mal y los que la ven bien pasó de 12 a 25 puntos. En enero, sólo 27 por ciento de los encuestados veía una economía exitosa; el doble, 52 por ciento, la veía muy mal. Pronto tendremos actualización.

No hay resultados positivos. Sí hay mentiras. Pero, sobre todo, hay un Presidente que cree que a él no le aplica la ley, a pesar de que juró cumplirla. Urge corregir.

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