En su arranque de campaña, Claudia Sheinbaum ha insistido en que encabeza el “segundo piso de la transformación”. De hecho, en su evento inicial, retomó todo lo que López Obrador ha propuesto o iniciado. Si cumple esa oferta, el país entrará en seis años más de destrucción, como lo han sido los últimos.
Tanto Maribel Ramírez Coronel como Nayeli Roldán (líder de un equipo que ha hecho un extraordinario reportaje) han documentado la tragedia del sistema de salud y su origen en decisiones de política pública. Conscientemente, el gobierno redujo el gasto, destruyó instituciones, eliminó mecanismos, que han terminado con el sistema de vacunación que era orgullo de México, y han reducido a la mitad la atención en salud. Esto ha provocado un incremento en el gasto de bolsillo, que en la ENIGH 2022 provoca que, aunque hay incremento en ingresos, en todos los deciles las personas tengan menos dinero disponible para todo lo demás: son más pobres.
Del desastre educativo ya Aurelio Nuño desnudó las deficiencias de Marx Arriaga y su Nueva Escuela Mexicana, que no es sino un sistema de adoctrinamiento bajo control sindical. De seguridad, abunda la información del fracaso. Acerca de los nexos con el crimen organizado, a los reportajes que llegaron del exterior ahora hay que sumar la evidencia presentada por Héctor de Mauleón, que además documenta el saqueo a las tarjetas del bienestar que ya Urzúa había sugerido.
Acerca del rescate a Pemex, y lo que hubiera significado utilizar ese dinero de manera diferente, tanto Jorge Andrés Castañeda como Pablo Zárate lo han ilustrado en sus textos: 90 mil millones de dólares que literalmente quemamos en cinco años. El impacto de ello en las finanzas públicas ya es de todos conocido, y el déficit esperado para este año es por eso el mayor desde los años ochenta.
En lo único en que no hay un desastre mayor, hasta ahora, es el mercado laboral. Ahí, el incremento de más de 100 por ciento del salario mínimo se ha reflejado en un incremento de los ingresos reales de los trabajadores mexicanos similar al ocurrido en los sexenios de Fox y Peña Nieto. Un tirititito, dirían los colegas de deportes.
Si en seguridad, corrupción, salud, educación, finanzas públicas, energía, los resultados son deplorables, parece absurdo que una candidata ofrezca continuar con las políticas que los han producido. Parecería que la apuesta es que la entrega de efectivo borre de las mentes de las personas todo lo demás. Que eso, sumado a las mañaneras del embustero, permita confundir, una vez más, a una mayoría de mexicanos.
Pero no parecen estar muy confiados en ello, porque han necesitado promover la idea de que la elección es innecesaria, al tiempo que intentan complicarla (limitando al INE y al TEPJF), pero además han corrido la versión de que Claudia, en el fondo, está mintiendo. Que no quiere en realidad continuar la obra de su mentor, y que eso dice en corto. Que tendrá la fuerza y capacidad para deshacerse de quien la construyó, y ponerse a la altura de Lázaro Cárdenas.
Conviene recordar que la elección consiste nada más en esto: ¿quieren o no los mexicanos continuar con el camino de los últimos seis años?, ¿quieren o no que el crimen organizado amplíe su control territorial, el sistema de salud siga en declive, los niños en la escuela sean adoctrinados por un sindicalismo anacrónico?
Porque no tiene mucho caso discutir propuestas específicas de las candidatas, como si fuese una elección normal, y no la última posibilidad de impedir una catástrofe.
Es más sencillo. ¿Quieren o no que siga la corrup… transformación?