Fuera de la Caja

Engañados

López Obrador aseguró que terminaría con la inseguridad y la corrupción, que fueron los dos grandes temas de la elección de 2018, pero no pensaba hacerlo.

Hace algún tiempo comentaba con usted mi preocupación de que llegáramos al fin del sexenio y toda la esperanza depositada en López Obrador quedase sin cumplir. Votaron por él muchos mexicanos que no lo habían hecho en otra ocasión porque creyeron que las cosas estarían mejor bajo su presidencia. Estamos a pocos meses de que ésta termine, y las cosas no mejoraron.

López Obrador aseguró que terminaría con la inseguridad y la corrupción, que fueron los dos grandes temas de la elección de 2018, pero no pensaba hacerlo. Para mí esto sí fue una sorpresa. No esperaba nada milagroso, como él lo había prometido, pero no me imaginaba lo que ha ocurrido. Decía que al día siguiente de su llegada a la Presidencia terminaría con la inseguridad, y eso no era serio, pero que militarizara el país al mismo tiempo que decidía ofrecer ‘abrazos y no balazos’ al crimen organizado, creo que nadie lo esperaba al momento de la elección. El avance en control territorial, la expansión del cobro de piso, extorsión, trata de personas, homicidios y desapariciones, superó cualquier expectativa.

Por eso, y por las abundantes visitas a Badiraguato, el trato respetuoso con el Chapo y su familia, y la forma en que esa organización colaboró en las elecciones locales de 2021, las acusaciones de delincuentes convertidos en testigos acerca del financiamiento de las campañas de López Obrador resultan creíbles.

Acerca de la corrupción, decía que obtendría 500 mil millones de pesos por año al eliminarla. Tampoco esperaba yo que eso ocurriese, porque esa cifra no tenía fundamento, pero no imaginaba que tendríamos en este sexenio el mayor fraude documentado de la historia (Segalmex) y que habría abundante evidencia de corrupción por parte de sus familiares (primos, hijos, sobrinos). En varias ocasiones ha sacado un pañuelo blanco para afirmar que ya terminó con ella, pero lo que sabemos va en sentido contrario: lo ya mencionado, la opacidad en todo el gobierno federal, la participación de las Fuerzas Armadas en decenas de actividades que no les corresponden, pero en las que se han movido miles de millones de pesos…

A seis años de la elección que ganó gracias a la esperanza de millones de mexicanos, López Obrador entregará un país mucho más inseguro y más corrupto del que recibió, y vaya que el sexenio anterior parecía difícil de superar en ambos rubros.

Los votantes esperanzados, además de la solución a esos dos flagelos, esperaban avances en su bienestar: más ingresos, más empleo, y esto no ha ocurrido. Los grandes incrementos al salario mínimo se han reflejado en avances moderados en el salario promedio, que a duras penas compiten con el incremento de precios de alimentos, pero que al combinar con la menor generación de puestos de trabajo, no permiten pensar en un mayor bienestar. Esto resulta peor cuando se da uno cuenta de que los gastos de bolsillo en salud se han comido una proporción no menor de ese salario y también del dinero que López Obrador ha repartido a manos llenas, para poder ganar elecciones.

Los engañó, pues. No quería enfrentar inseguridad y corrupción, y no tenía idea de cómo lograr un mejor desempeño económico, única fuente real de incrementos sostenibles de bienestar. Pudo fingir un buen tiempo, con obras faraónicas, con el reparto de efectivo, aprovechando la pandemia que le cayó “como anillo al dedo” pero, a menos de 50 días de la elección, todo indica que los mexicanos se están dando cuenta del engaño. Así lo muestran encuestas de aprobación a la baja, eventos desiertos de sus candidatos a la Presidencia y gubernaturas, reclamos más agresivos del público, y lo confirman las acciones crecientemente absurdas, como el robo a las Afores que está en proceso. Robar, mentir, engañar… mientras aguanten. ¿Ya se cansaron?

COLUMNAS ANTERIORES

Derrumbe
Nuevo orden, periferia

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.