En febrero de 1979, los ayatolas lograron destronar al Shah de Irán, y tomar el poder. Impulsaron una revolución alrededor de una visión religiosa, promovida mediante casetes (cintas grabadas), en los que la voz de Ruhollah Jomeini convencía a los jóvenes de enfrentarse a Occidente. Cuarenta y cinco años después, Irán no es ni sombra de lo que fue, en términos económicos, políticos o científicos, es una dictadura religiosa, profundamente anacrónica.
En dicha revolución tomaron la embajada de Estados Unidos, y provocaron la crisis de los rehenes que impidió a Jimmy Carter reelegirse en la Presidencia. Ayer, Carter cumplió cien años de edad.
Ayer, también, Irán decidió atacar a Israel con misiles de todo tipo, sin provocar daños mayores. Tuvo que hacerlo después de que sus grupos subordinados, Hamás, Hizbollah y los Houthis, han sido golpeados severamente por Israel.
Estamos a una semana de que se cumpla un año del ataque de Hamás a Israel, que no sólo significó centenares de muertos, sino también de rehenes. Desde entonces, Israel ha tratado de liberar a los rehenes, pero para ello ha necesitado invadir la franja de Gaza, donde los militantes de Hamás se esconden detrás de la población civil. El resultado es una tragedia para el pueblo palestino, pero ha sido imposible detener el enfrentamiento porque Israel exige la devolución de los rehenes para abrir un cese al fuego, y Hamás se niega. No sólo eso, sino que ha ejecutado rehenes cuando las Fuerzas Armadas de Israel se acercan a liberarlos.
Durante todo este año, Hizbollah ha lanzado cohetes en contra de Israel desde sus posiciones en Líbano donde, como Hamás, se esconde detrás de población civil. Aunque la mayoría de los ocho mil cohetes lanzados fue detenida por el Escudo de Hierro, ha habido víctimas israelíes, y la respuesta fue contundente. Con la ‘operación beeper’, Israel dejó fuera de servicio a un par de miles de militantes de Hizbollah, y antes de que pudieran reacomodarse, logró ejecutar a Nasrallah, el líder histórico de la organización. Horas después, atacaron las bases de Houthis en Yemen, que también llevaban un año bloqueando el flujo marítimo en el mar Rojo.
Puesto que esos tres grupos son financiados y dirigidos por Irán, y varias bajas en los últimos días fueron de diplomáticos y militares iraníes, el gobierno de ese país, es decir, los ayatolas, no tenían otro camino que responder. Si no lo hacían, perdían toda presencia frente a sus grupos terroristas. Al hacerlo, la han perdido frente a todos. Fue un acto de guerra de su parte. No sorprende que la ONU tenga dificultades para decirlo con toda claridad, puesto que su área dedicada a los refugiados palestinos, UNWRA, ha sido uno de los camuflajes preferidos para Hamás y Hizbollah.
Los tres grupos financiados y dirigidos por Irán han desestabilizado a Palestina (Hamás), Líbano (Hizbollah) y Yemen (Houthis), y son rechazados tanto por parte de la población civil de esos países como por pueblos y gobiernos árabes, con la clara excepción de Qatar, que les da cobertura periodística, pero también es el refugio de líderes de Hamás.
Embebidos de cuentos interseccionales, multitud de jóvenes occidentales se manifiestan a favor del régimen iraní, o sus proxies terroristas, sin entender que ellos serían sus primeras víctimas. La situación en Levante es muy seria, y hay que analizarla sin generalizaciones ni cuentos.
Perdone que no comente acerca del cambio de gobierno en México. Hasta el momento, no se ha visto el cambio aún. Espero que ocurra en próximas semanas. Mientras, lo verdaderamente importante tiene que ver con Irán, con Rusia y con China. En ese orden.