Los estadounidenses decidieron que Donald J. Trump debería ser su presidente, a pesar de su ataque directo a las instituciones el 6 de enero de 2021 y a las decenas de delitos por los que estaba siendo procesado. No es una situación extraordinaria, en muchos países la población ha decidido votar por candidatos probadamente autoritarios o incompetentes. Y es su decisión.
Sin embargo, puesto que Estados Unidos sigue siendo, por mucho, el país más importante del mundo, esa decisión afecta a todos. Las primeras reacciones al triunfo las hemos visto en Europa. Ante la amenaza, varias veces repetida, de que Trump abandonaría a Ucrania, el continente tuvo que hacerse cargo de la amenaza que significa Rusia. En Alemania, la discrepancia frente a esa amenaza, además de que se enfrenta el peor desempeño económico en décadas, forzó el rompimiento de la coalición gobernante. Con Alemania sin liderazgo fuerte, y con Francia en peor situación, hubo una rápida respuesta de países que sienten más cerca la bota rusa, destacadamente Polonia. Además, la Unión Europea ha decidido incrementar significativamente su gasto en defensa.
Curiosamente, los nombramientos que ha hecho Trump hasta el momento van en sentido opuesto a lo que se esperaba. Marco Rubio como posible secretario de Estado, y Mike Waltz como consejero de Seguridad Nacional, son dos personas que han insistido en la importancia de defender Ucrania y de fortalecer la OTAN. Un ejemplo más de lo impredecible que es Trump.
Para México, el nuevo presidente de Estados Unidos ha lanzado tres amenazas durante su campaña: aranceles, migración y seguridad. En el caso de los aranceles, nunca fue claro a quiénes se los piensa aplicar, ni de qué monto serían. Ya ha nombrado a Robert Lighthizer como encargado de Comercio, y eso puede significar una preocupación menor para nosotros. Él fue el responsable de negociar el T-MEC, y aunque no tendrá enfrente a los mexicanos con los que habló en la ocasión anterior, al menos conoce muy bien el tema, y claramente podrá identificar el costo potencial de los aranceles. No quiero decir que esto no sea un tema, pero no es el más importante de los tres.
En migración, los nombramientos relevantes, me parece, son Stephen Miller a cargo de políticas públicas de la Casa Blanca, y Tom Homan como encargado de la frontera. Son supremacistas, duros, y este último ya ha dicho con claridad que deportarán como nunca lo han hecho. Aunque es muy probable que los migrantes expulsados no sean mayoritariamente mexicanos, creo que no los van a mandar a sus países de origen, sino simplemente los mandarán aquí. Argumentando que, en los hechos, somos un ‘tercer país seguro', creo que podríamos ver una avalancha de migrantes en las ciudades fronterizas. Además de intentar que esto no se cumpla, hay que prepararse para lo que sí pueda ocurrir.
Finalmente está el tema de seguridad, y aquí nuevamente es relevante el nombramiento de Rubio, que ha sido uno de los críticos más fuertes de la política del sexenio pasado en materia de seguridad, al grado de acusar de complicidad con los criminales. Muchos en México celebran la posibilidad de que Estados Unidos declare a los cárteles como organizaciones terroristas (que promueve Waltz), pensando que eso implicará una intervención directa de militares de ese país. No estoy seguro de ello, pero sí traería consigo sanciones económicas y financieras de gran calado. Es decir, sin necesariamente reducir la violencia, empeoraría las condiciones de México.
Mientras Europa reaccionó muy rápido, y tal vez de forma equivocada, aquí en México no se percibe mayor movimiento. Parecen pensar que la amenaza de los aranceles no se cumpliría, porque tendría un costo para Estados Unidos, y no se ve que dimensionen las otras dos. Están más preocupados en grillas internas. A ver para cuándo.