Ya estará usted al tanto de la intención de Donald Trump de elevar los aranceles para México y Canadá, en cuanto tome posesión, en un 25%. El anuncio es curioso, porque Canadá había intentado quedar bien con él en los últimos días, proponiendo deshacerse de México en el T-MEC. El anuncio de Trump usa como argumentos la migración y la seguridad, temas más asociados a México, pero concluye aplicando la misma tasa a los dos países.
El premier canadiense, Justin Trudeau, habló de inmediato con Trump, y dice que llegaron a un acuerdo, y que Canadá sabe lo que tiene que hacer para avanzar. Aquí, la Presidenta mostró a los reporteros una carta que piensa enviar, que está en la línea de lo que hacía el anterior presidente: breves cursillos de historia de México para educación primaria.
La respuesta de los mercados fue rápida, pero bastante moderada. El tipo de cambio se corrigió unos pocos centavos, no más de treinta contra el nivel de la semana pasada. Digamos que ya han descontado un poco el triunfo de Trump, y otro poco su mecanismo de negociación, porque aplicar la misma tasa a Canadá y México hace obvio que el anuncio es para abrir boca en la negociación del T-MEC.
Las calificadoras, en cambio, dicen que ahora están más preocupadas. Moody’s reduce su estimación de crecimiento para los siguientes cuatro años. Para 2025, a la mitad; para los siguientes años, un poco menos, pero el efecto de esa corrección es que el presupuesto anunciado hace dos semanas queda en mala posición. Standard & Poor’s no hace un ajuste tan grande, pero también reduce las estimaciones de crecimiento. Ambas calificadoras, así como todos los especialistas en México, están muy lejos de lo que Hacienda cree posible. Ya vimos por qué en esta ocasión es poco probable que Hacienda esté en lo correcto.
La forma en que está actuando Moody’s llama la atención. Horas antes de que se publicara el presupuesto, nos pusieron en perspectiva negativa. Horas después del anuncio de Trump, reducen significativamente las estimaciones para el país. Da la impresión de que están preparando el camino para reducir la calificación de México. Por suerte, Moody’s nos tiene dos escalones arriba del purgatorio, así que un ajuste de un solo paso no nos pone en problemas graves. Pero tengo la impresión de que esto ocurrirá pronto, para ubicarse como las otras dos grandes calificadoras, que en un solo movimiento nos dejan sin recursos financieros.
Las amenazas de Trump, que podemos concentrar en: migración, seguridad y aranceles, no son cosa menor. Frente a ello, el gobierno haría bien en construir una gran coalición en defensa del país. Con el sector privado, académicos, medios, pero especialmente con actores en Estados Unidos: empresarios de aquel país, congresistas y gobernadores, medios y think tanks, y asociaciones de migrantes. Eso fue lo que hicimos cuando se negoció el Nafta, y también en el T-MEC. El gobierno mexicano solo simplemente no tiene peso.
Desafortunadamente, en lugar de construir esta coalición, acá estamos viendo cómo intentan rescatar su reforma judicial, que es un fracaso evidente. A eso dedican sus pocas horas de trabajo, y sus muchas de grilla, mientras el futuro del país está en riesgo. Muchos insisten en que eso es lo que quería la fuerza hegemónica, el fin del T-MEC, el aislamiento total que permitiría hacer de México una nueva versión de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Sigo pensando que esto es imposible. Que el tamaño, complejidad económica, imbricación de México con Estados Unidos, impiden el paraíso totalitario. Pero eso no significa que no lo intenten, claro.
Esta columna percibe con claridad que “la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano” están en riesgo. En otras palabras, que estamos en una emergencia de seguridad nacional. Pero esta es nada más una columna periodística.