Se publicaron los datos de las finanzas públicas al mes de enero, el viernes pasado. En términos de ingresos, el crecimiento en términos reales de la recaudación de Impuesto Sobre la Renta creció poco más de un punto porcentual, es decir, muy por debajo de la proyección de Hacienda. Los demás ingresos importantes, todos peor: cayó el ingreso por petróleo (especialmente los ingresos propios de Pemex) y el IVA se contrajo notoriamente. Hay un crecimiento importante en IEPS, especialmente en el aplicable a gasolina, porque en enero de 2018 había un subsidio que desapareció en el transcurso del año, y ahora se cobra completo. Al respecto, es interesante notar que el precio de gasolina en enero fue significativamente menor, en Estados Unidos, al que se había tenido en enero de 2018. Considerando esa reducción, y descontando el efecto del dólar, un litro de gasolina Premium debió costar en enero 16.62 pesos, y costó 20.28. Es decir, usted pagó 3.66 pesos adicionales, y todo fue IEPS. Lo mismo ocurrió con la Magna, debió costar 15.05, usted pagó 18.95, el gobierno tuvo ingresos adicionales de 3.90.
Esta columna cree que el impuesto a la gasolina es una gran idea, porque permite recaudar, se aplica esencialmente a quienes tienen mayores ingresos, y además ayuda a reducir la contaminación. Pero hubo millones de mexicanos que se quejaron de la nueva forma de calcular precios en enero de 2017, y llamaron a ese fenómeno el 'gasolinazo'. En aquel entonces, el ajuste fue de tres pesos, ahora fue de cuatro, y ya no dijeron nada. No sé si se aflojaron con el desabasto, o nada más están cegados por la fe.
En cualquier caso, con todo y este incremento en ingresos, la suma total se quedó por debajo de lo que esperaba Hacienda. Imagino que el reporte influyó en la decisión de S&P de poner la calificación soberana en perspectiva negativa. De poco sirve decir, al mismo tiempo, que los gastos del gobierno también se contrajeron. Sirve poco porque está muy complicado comparar con meses anteriores, porque es muy evidente que no gastan porque no saben cómo (no porque no quieran), y porque los anuncios de gasto futuro son muy grandes.
Primero, no se puede comparar fácilmente lo que está ocurriendo en esta administración porque el gasto de diciembre fue significativamente menor a lo normal. No sé si usted sabe, pero se pagaron sueldos, aguinaldos y todo lo posible en noviembre, para que la nueva administración no tuviese que cargar con nada de la anterior. Por esa razón, el gasto programable en diciembre fue 22 por ciento menor al del mismo mes de 2017. Enero, sin embargo, es apenas 8 por ciento menor a enero de 2018, lo que apunta a que no se mantendrá un gasto bajo el resto del año.
La razón es que los nuevos funcionarios no le han entendido aún a los procedimientos. Esto suele pasar en cada cambio de gobierno, y más cuando es un nuevo partido el que llega al poder. El caso actual, sin embargo, es todavía peor, porque desplazaron a muchos mandos medios, que son los que se saben los procedimientos, y hay secretarías totalmente detenidas. Los defensores del gobierno han celebrado que Presidencia redujo su gasto en 95 por ciento mientras Desarrollo Social lo incrementó en más de 100 por ciento, pero eso es una mentira.
La desaparición del Estado Mayor Presidencial en realidad transfirió su costo a la Defensa; los costos de los aviones (que no se han vendido) e instalaciones, los acomodaron en otro sitio; y buena parte de los costos de la Oficina presidencial están también reclasificados, de forma que parezca que la pobreza franciscana ha invadido al gobierno.
No se deje engañar, como no se dejó engañar S&P: los riesgos son elevados.