Fuera de la Caja

Decisiones, cada día

La 'devaluación del peso' de 25% en un par de semanas puede significar una carretada de dinero para el gobierno de López Obrador, dentro de un año.

Para poder imaginar lo que viene en el resto de 2020, es necesario considerar todo tipo de variables económicas. No cabe duda de que habrá un impacto en la actividad, producto del distanciamiento social, que en los servicios de contacto directo será muy duro, incluyendo hospitalidad, restauración, peluquerías y cosméticos, pero también buena parte del comercio al menudeo, incluyendo la economía informal. Tampoco se puede menospreciar la caída en el precio de materias primas, debido a la menor actividad (y a la guerra comercial petrolera), ni el impacto en divisas debido a la incertidumbre.

Respecto a esta última variable, que el Presidente había celebrado por muchos meses como muestra de su buen gobierno (el 'peso fuerte'), un par de amigos que han tenido posiciones muy relevantes en Hacienda me recuerdan que la depreciación de nuestra moneda se refleja en un excedente de operación del Banco de México, que el gobierno federal puede tomar como aprovechamiento en el siguiente año. Más claro, la 'devaluación del peso' de 25 por ciento en un par de semanas puede significar una carretada de dinero para el gobierno de López Obrador, dentro de un año.

Si el resto del año seguimos como estamos, es decir, en 25 pesos por dólar, el Banco de México tendrá una ganancia de 16 por ciento sobre las reservas acumuladas, que hoy promedian poco menos de 200 mil millones de dólares. Esto significa que habrá una excedente de 30 mil millones de dólares, que en pesos será de 750 mil millones, que el gobierno podrá embolsarse con toda tranquilidad en abril de 2021. Esta cantidad es inmensa, si considera usted que a duras penas el gobierno gasta 6 billones al año: le están regalando casi 15 por ciento de ingreso extraordinario.

Pero nada es gratis. Este ingreso adicional se debe a la depreciación de la moneda, que va aparejada con una menor actividad de la economía. Por esa razón, el peso de la deuda crecerá de 46 a 52 por ciento del PIB (deuda total neta), y el componente externo pasará de 16 a 22 por ciento del PIB. No son números extraordinarios, salvo cuando comparamos con la recaudación, que en México es muy reducida. Precisamente, la menor actividad implicará una caída en ISR e IVA que debe rondar entre 250 y 300 mil millones de pesos para todo este año.

Esto significa que de la ganancia de Banxico, una tercera parte se irá en compensar la menor recaudación. La mala noticia es que las pérdidas de Pemex pueden llevarse todo lo demás. Es muy difícil estimar lo que ocurrirá con la empresa, porque hay decisiones que pueden cambiar. Por ejemplo, el gobierno podría entrar en razón y dejar de invertir en esta empresa. Si no lo hace, la pérdida esperable para este año es de 750 mil millones de pesos, sin considerar la refinería. Es decir: toda la ganancia de Banxico acabaría incinerada en el pozo sin fondo del delirio petrolero.

Sin importar la decisión en Pemex, o lo que se quiera hacer con el remanente de operación de Banxico, la deuda será más pesada de lo que es hoy, en términos del tamaño de la economía. Esto significa que el margen para endeudarse es realmente muy estrecho. Si las calificadoras ya nos tenían en observación por esa razón, contratar deuda hoy, mientras se dilapidan recursos en Pemex, es una pésima señal.

En cambio, si se pospone la refinería, se eliminan las inversiones en Pemex y se contrata deuda contra el remanente de Banxico, hay un buen margen para programas orientados a aminorar el golpe obligado de la pandemia. En pocas palabras: es una decisión, no una manda, para usar palabras apropiadas al momento.

Decidan bien, por favor.

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