Fuera de la Caja

Empleos perdidos

Nunca había ocurrido una caída de ese tamaño, aunque en este gobierno es el tercer mes en que hay un dato excepcional.

De acuerdo con los datos del IMSS, durante abril tuvimos una pérdida de 555 mil empleos, que se suman a los casi 131 mil perdidos en marzo, para dar un total de 686 mil puestos de trabajo desaparecidos a partir del 29 de febrero. Nunca había ocurrido una caída de ese tamaño, aunque en este gobierno es el tercer mes en que hay un dato excepcional. En los diciembres de 2018 y 2019 tuvimos caídas de más de 300 mil empleos, aunque no es raro que en los diciembres haya ajustes importantes en afiliados al IMSS. Fuera del dato de abril, los siguientes 22 meses en que hay una caída importante son todos diciembres. El mes 23 resulta marzo pasado. Aunque el Presidente dijo hace unos días que la pérdida de empleos en diciembre fue cosa del outsourcing, los datos de los últimos 20 años no coinciden con él.

Si medimos en número de empleos perdidos, la mitad ocurren en seis delegaciones del IMSS: Quintana Roo, Ciudad de México Sur, Nuevo León, Jalisco, Ciudad de México Norte y Guanajuato. En ellas se pierden, entre febrero y abril, casi 338 mil empleos: 92 mil en Quintana Roo, 80 mil en CDMX Sur, 58 mil en Nuevo León, etcétera.

Pero si medimos en términos proporcionales al empleo previo, las grandes caídas ocurren en Quintana Roo (-20 por ciento), Nayarit (-11 por ciento), BC Sur (-10 por ciento) y Guerrero (-6 por ciento). Como será evidente para usted, se trata de una caída muy fuerte en turismo, que, sin embargo, me parece que no alcanza a notarse por completo. Seré más claro: los hoteles están cerrados, lo mismo que restaurantes y centros de entretenimiento, por lo que la actividad económica debe estar muy cerca de cero. Si usted duda de ello, basta con que vea lo ocurrido con la industria automotriz, que en abril tiene una caída de 95 por ciento. Así debe estar el turismo, pero el impacto en empleo no es de ese tamaño, sino sólo de -20 por ciento en el peor caso.

Creo que tenemos aquí un efecto claro de lo que nuestras leyes obligan. Despedir a un empleado implica pagarle tres meses de sueldo, más doce días por año trabajado, calculados con salario integrado. Ese costo es considerable, aunque siempre el empleado pensará que es poco. No muchos países obligan al empleador a afrontar un costo de ese tamaño. Por lo mismo, aunque el impacto sobre la actividad sea cercano al -95 por ciento, el impacto en empleo fue de sólo -20 por ciento.

Muchas personas consideran que esto es una gran medida, porque impide despedir personal. Sin embargo, cuando uno piensa un poco más, se da cuenta de que puede ser algo menos bueno. Si despedir es costoso, contratar es costoso. En el momento en que un empleador se compromete con un nuevo puesto de trabajo, asume un costo de tres meses de sueldo, más proporciones crecientes conforme pase el tiempo. Es por eso que emplear personas en México no es fácil. Y también es por eso que tenemos un sector informal tan grande. Quien nunca ha generado empleos lo percibe de otra forma, claro. Eso incluye a muchos políticos.

Los datos de abril son apenas una muestra del tamaño del golpe. Como hemos dicho, muchas empresas no pueden afrontar el costo de despedir personal, porque eso implica tres, seis o nueve meses de sueldo que hay que pagar de golpe, justo cuando no se vende ni se cobra. Pero nadie está obligado a lo imposible, y si el panorama no cambia, una cantidad importante de empresas quebrarán en estos días, dejando a sus trabajadores sin empleo, sin tres meses y doce días por año.

Eso es lo que había que evitar. Por eso insistimos tanto en que el gobierno buscara formas de reducir el golpe. No lo hicieron.

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