A partir del próximo domingo, quedan 10 semanas para la elección intermedia. Veo a muchos amigos, colegas opinadores, convencidos de que es imposible evitar un triunfo contundente de Morena. Es muy posible que estén equivocados, aunque haya mucha información que parece apuntar en esa dirección.
Creo que la publicación del modelo de pronóstico de oraculus.mx ha sido muy importante en la actitud de los colegas. Se trata de un trabajo de primera, y parecería ineludible su conclusión: Morena obtendría entre 330 y 350 diputados si la elección fuese hoy. Dos detalles. Primero, no es hoy; segundo, la información con que se alimenta el modelo es, por decir lo menos, bastante inexacta.
Aunque el modelo sea extraordinario, la información proviene de encuestas, y sólo ha habido seis en lo que va del año. De ellas, sólo Buendía y Márquez y Parametría miden en domicilio; las otras son telefónicas. No existe encuesta detallada a nivel distrital. De las 15 entidades en las que habrá elecciones de gobernador, sólo en siete hay encuesta. Cinco de ellas tienen sólo una. Debido a la escasez de información, incluso un modelo tan bien diseñado no puede ofrecer mucha confianza.
El segundo asunto, que la elección no es hoy, es relevante porque el Presidente ha decidido que la intermedia sea un referéndum sobre su gobierno. Con ello, ha obligado a una segunda vuelta implícita. No se vota por el candidato que aparece en la boleta, sino si se reconoce o no lo que ha hecho el gobierno. Conforme la elección se acerque, si esta interpretación es correcta, tendremos entonces un movimiento de candidatos que no tienen posibilidades hacia los dos punteros, uno de Morena, el otro del partido que sea. Y Morena no supera el 50 por ciento de intención de voto prácticamente en ningún lugar. Tal vez por eso el comportamiento del Presidente, que se ve enojado, desesperado, frente a una elección que debería tener ganada. Aquí sí parece tener otros datos.
Las elecciones intermedias son menos concurridas que las presidenciales, y en lo que llevamos de democracia no han sido muy buenas para los gobernantes. Zedillo, Fox y Calderón tenían amplia popularidad cuando llegaron a la elección intermedia: 56, 60 y 67 por ciento de aprobación, no muy diferente del 63 por ciento que hoy tiene López Obrador. Todos ellos perdieron la intermedia. Fox intentó convertirla en referéndum ("quítale el freno al cambio"), y pasó de 39 a 32 por ciento del voto. El único que logró mantenerse, y en alianza con el PVEM alcanzar mayoría en Diputados, fue Peña Nieto, cuya popularidad era de 36 por ciento.
Por otra parte, el desempeño de Morena en las elecciones de 2019 y 2020 es punto menos que deplorable. Considerando todas las elecciones locales de 2019 (gobernador, congreso, alcaldes), llegó a 37 por ciento del voto. En 2020, no llegó a 15 por ciento. Es cierto que hablamos de un puñado de elecciones en cada año, pero ya estaban en el gobierno, y ya tenían forma de convertir el poder en votos, y no lo lograron. De sus aliados, el PES no puede ir en coalición en junio, y el PT no existe. En casi todas las elecciones de los últimos dos años, el PT sufrió para llegar a 2 por ciento. Sólo estuvo mejor en Durango (cuna de ese partido), y un poco en Hidalgo y Quintana Roo, con 4 por ciento. La incógnita es el PVEM, que a últimas fechas ha sido del tamaño de Movimiento Ciudadano, o incluso del PRD después del éxodo de obradoristas.
No le ofrezco pronóstico de la elección, pero sí creo que conviene recordar que nos faltan encuestas, y que nos falta ver movimiento de los votantes que no están contentos. Lo iremos viendo.
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