Fuera de la Caja

Obstáculos estructurales

Si el nivel de la tasa de referencia del Banco de México responde al intento de reducir la inflación, entonces bajar ahora un cuarto de punto no se justifica.

La Reserva Federal ha decidido reducir en un cuarto de punto su tasa de interés de referencia, a un rango de 1.75-2 por ciento anual. Unos días antes de esta decisión, los mercados overnight se habían presionado mucho, por una combinación poco frecuente de decisiones empresariales, y eso motivó a la Fed a inyectar 75 mil millones de dólares para evitar las alzas de tasas momentáneas, que si bien no tienen importancia en el mediano plazo, pueden provocar un alud de preocupaciones que sí serían graves.

Es posible que usted no lo recuerde, pero cuando se privatizó Banamex a inicios de los noventa, ocurrió algo similar en México. El pago se realizó mediante un cheque, que prácticamente secó todo el efectivo por unos minutos, elevando la tasa de interés del 20 por ciento de entonces a más de 60 por ciento. Fue un impacto momentáneo, pero que en un entorno de preocupación puede convertirse en detonante de una crisis innecesaria.

No es claro si esta reducción en Estados Unidos tendría que reflejarse en un movimiento similar en México, aunque las expectativas van en esa dirección. Si parte de los motivos de tener tasas altas es mantener un margen con la Fed que evite salida de dólares, no hay razón para no bajar la tasa en la misma proporción, o incluso un poco más. Sin embargo, si lo que más pesa en la decisión es el comportamiento de la inflación, entonces hay menos defensa para una reducción.

Aunque la inflación general ha sido baja en las últimas dos quincenas publicadas, esto se ha debido fundamentalmente a la comparación de precio de combustibles con el año pasado. Ya para septiembre teníamos casi todo el IEPS aplicado a gasolina, y ese margen es lo que permite que ahora tengamos 'deflación' en ese rubro. Sin embargo, la inflación subyacente no se ha reducido en esas dos quincenas, y sigue muy cerca de 4 por ciento anual. Comparando con las últimas cuatro décadas, es sin duda una inflación baja, pero se ha atorado ya muchas veces en 3.5-3.6 por ciento anual, desde donde rebota. Si el nivel de la tasa de referencia del Banco de México responde al intento de reducir la inflación, entonces bajar ahora un cuarto de punto no se justifica.

Ahora bien, tampoco es claro que el nivel de la tasa tenga efecto más allá de ese piso al que me refería. Con un país con tan poca penetración del crédito y con informalidad de prácticamente 60 por ciento de la población, no parece que se pueda lograr mucho con la herramienta financiera. Es cierto que el Banco de México no tiene otra, y sin duda es muy útil para llegar al piso mencionado, pero no parece que sirva para traspasarlo.

En otras palabras, estaríamos hablando de una inflación estructural de 3.5 por ciento, que puede requerir otras medidas para enfrentarse. Medidas que ciertamente no tiene el Banco de México, y que posiblemente tampoco tenga el gobierno que, como hemos visto, juega en el margen de un Presupuesto limitado.

Por esa razón, parece conveniente que la discusión se mueva a otros temas 'estructurales' de la economía, que nos permitan resolver problemas que hemos pospuesto por mucho tiempo. En principio, es indispensable una reforma fiscal, y un grupo de personas, entre las que destacan Rolando Cordera y Cuauhtémoc Cárdenas, propone tomar en serio el asunto. Ya platicaremos con usted acerca de las ideas que impulsan.

Pero no sólo eso requiere atención. La bajísima productividad de la economía mexicana ha sido relacionada con la informalidad y con el pequeño tamaño de las empresas, entre otros por Santiago Levy. También es algo que debemos comentar en próximos días.

En suma, más allá de los errores del actual gobierno y el estancamiento que ha resultado de ello, existen asuntos que llevan mucho tiempo entre nosotros, y que son obstáculos para una economía exitosa. Y hay que empezar a discutirlos, otra vez.

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