Ayer y antier platicamos acerca de la industria nacional. Por un lado, la buena noticia de que ahí va avanzando la recuperación; por el otro, que al ritmo que llevamos nos faltarán tres años más para regresar al nivel de 2018. Lo comentamos a nivel agregado, pero también desglosando las actividades: algunas van muy bien, otras no tan mal, pero hay tragedias en las que la contracción sigue siendo de dos dígitos, en comparación anual.
Hoy permítame mostrar otro ejemplo similar: el empleo formal, o para ser más específico, los afiliados al IMSS. Como usted sabe, en septiembre hubo un incremento importante de plazas, 113 mil 850 personas adicionales. Con esto, el total es de 19.7 millones de asegurados, que implica 865 mil empleos menos que en septiembre de 2019, una contracción de -4.2 por ciento. Como ocurría con los datos de la industria, lo puede usted ver de dos formas: con alegría por los más de cien mil trabajadores que tienen chamba, o con la tristeza de que ese porcentaje de empleos perdidos es casi tan grande como el de junio y julio, y mayor que cualquier otra observación mensual histórica.
Es lógico que así sea porque en septiembre de 2019 se crearon 145 mil empleos, 130 mil en ese mes en 2018, y 136 mil en septiembre de 2017. Es decir, prácticamente hay que regresar a la Gran Recesión de 2009 para encontrar menos empleos generados en un mes de septiembre. Por eso no puede uno hablar realmente de recuperación, sino apenas de rebote.
Ya habíamos platicado antes de que el problema del empleo parece estar asociado a la destrucción de empresas, y eso es algo preocupante, porque la recuperación no será sencilla. Con los datos al mes de agosto, esta impresión se confirma.
El peor momento, sin duda, fue durante el segundo trimestre del año, cuando el número de empresas en México cayó por debajo de un millón de unidades. Para julio-agosto, hemos regresado arriba de esa cifra. Sin embargo, las empresas que se han creado son muy pequeñas, mientras que las empresas grandes han desaparecido.
Comparando con el cierre de 2018, es decir, concentrándonos en este gobierno, hay casi 16 mil empresas nuevas con un solo trabajador, un crecimiento de 6 por ciento. Empresas pequeñas, que tienen entre dos y cinco trabajadores, han crecido menos: 2.4 por ciento. Empresas medianas, de entre seis y 50 trabajadores, no tienen crecimiento. Sin embargo, empresas de entre 51 y 250 trabajadores tenemos menos hoy: una contracción de -5 por ciento en el número de empresas. En el siguiente nivel, de 251 a 500 trabajadores, la contracción es de -7.5 por ciento; con más de 500 y hasta mil trabajadores, la caída llega casi a -10 por ciento, pero se modera un poco en las gigantes, con más de mil trabajadores, que apenas caen -5.5 por ciento.
Si uno estima el cambio en el número de empleos utilizando el punto medio de cada intervalo, el resultado es que de fines de 2018 a agosto de 2020 se habrían perdido 951 mil empleos. En realidad, han sido 710 mil, lo que fortalece la idea: no se perdieron empleos de forma individual, sino empresas enteras.
Finalmente, para dar más elementos de análisis, de febrero a agosto se perdieron poco más de un millón de empleos, la inmensa mayoría de ellos (920 mil) tenían ingresos de entre dos y seis salarios mínimos. Fue el intervalo que más perdió, casi 6 por ciento de caída, frente a 1.5 por ciento para quienes ganan de seis a 15 salarios mínimos, y menos de 4 por ciento para quienes ganan por encima de eso.
En suma: no es recuperación, es rebote; se perdieron empresas, no empleos. Y sí, como se anunció, en términos de costos, 'primero los pobres'.