Quisiera terminar esta breve serie acerca de la pauperización de la economía con una rápida revisión del otro segmento que no hemos cubierto: la informalidad. En las dos colaboraciones pasadas utilizamos datos del IMSS que, por definición, se refieren a la economía formal (aunque no la representan por completo). Para poder tener una idea de la otra mitad es necesario utilizar la ETOE, con la advertencia que planteamos desde el lunes.
Lo primero que debemos notar es que hay una pérdida de diez millones de personas que estaban en la economía en el primer trimestre del año y ya no estuvieron en el segundo. Dejaron de ser 'población económicamente activa', lo que significa que no sólo no tuvieron empleo u ocupación incluso sin ingreso, sino que ni siquiera la buscaron. Pasamos de 55.3 a 45.1 millones de personas con actividad económica.
Pasamos de tener 12.5 millones con empleos de menos de un salario mínimo (obviamente informales) a 11.3 millones. Con ingresos de entre uno y dos mínimos, había 19.8 millones en el primer trimestre, y 15.8 en el segundo, cuatro millones desplazados. Con ingresos de entre dos y tres mínimos pasamos de 8.6 a 6.1 millones, una pérdida de 2.5 millones de personas. Hay también pérdidas en niveles mayores de ingreso. Entre tres y cinco mínimos pasamos de 3.7 a 3.2 millones, y con ingresos superiores a cinco salarios mínimos pasamos de 1.5 a 1.1 millones.
En términos porcentuales, esa pérdida de empleo, comparada con el nivel de 2009, es muy grave en los niveles más altos de ingreso. Se perdió el 39 por ciento de los trabajos con ingreso de entre dos y tres mínimos, el 31 por ciento con ingreso de entre tres y cinco, y el 39 por ciento con ingresos superiores a cinco mínimos. En estas últimas dos categorías hay una proporción grande de pequeños empresarios, no hablamos sólo de empleados.
Se puede hacer una estimación gruesa del comportamiento de la masa salarial de la que hablamos ayer utilizando el punto medio de cada intervalo de ingreso. Seguramente alguien podrá publicar pronto un cálculo mejor, utilizando microdatos, pero grosso modo, lo que tenemos es una caída nominal de -9.1 por ciento en el segundo trimestre, que implica una contracción real de -11.5 por ciento. Puesto que en junio la masa salarial real en la economía formal (IMSS) creció todavía un poco (0.2 por ciento), esto significa que los 26 millones de mexicanos en la informalidad perdieron -20.5 por ciento de su capacidad de compra durante el segundo trimestre.
Lamento que durante estas tres colaboraciones lo haya inundado con números, pero creo que es conveniente que tengamos una referencia clara de lo que está ocurriendo en la economía, para no creer en recuperaciones en forma de "V", o que ya muy pronto las cosas mejorarán notoriamente. Eso no va a pasar. Por el contrario, necesitamos darnos cuenta del tamaño del sufrimiento que viven otros mexicanos, no sólo para una necesaria empatía, sino para buscar soluciones locales, concretas, que nos ayuden a reducirlo.
En resumen, durante el segundo trimestre de 2020 perdimos 4 mil de las 58 mil grandes empresas del país, que en conjunto daban empleo a cerca de un millón de personas. Para julio, ya hay indicios de un deterioro en el ingreso de los trabajadores formales, que al sumarse a la pérdida de empleos implica una caída en la capacidad total de compra (masa salarial). Eso no había pasado desde la Gran Recesión.
Sin embargo, el golpe más duro lo recibió la economía informal, en la que hay una caída en esa capacidad de compra superior a 20 por ciento durante el segundo trimestre.
No menosprecie el sufrimiento que todos estos datos apenas reflejan.