Fuera de la Caja

Primeros damnificados

Es momento de que la gente de Nafin y Bancomext empiecen a hablar con hoteleros, restauranteros y proveedores de servicios turísticos, considera Macario Schettino.

El 23 de abril de 2009, el secretario de Salud de México, José Ángel Córdoba, anunció que teníamos un incremento de casos de influenza AH1N1 que era preocupante. Pocos días después, el presidente Calderón instruyó un cierre de escuelas, al que pronto siguió una reducción significativa de la actividad pública, incluyendo cierre de restaurantes, bares y lugares de reunión en la capital del país, entonces gobernada por Marcelo Ebrard. Era el inicio de una epidemia de influenza que, afortunadamente, pronto pudo ser controlada.

De cualquier forma, ese anuncio provocó una caída significativa de los viajes a México. En mayo de 2009 el número de turistas que llegaban al país cayó en -19%, y el gasto en -55%. La rapidez de la reacción permitió que hacia septiembre ya hubiese números positivos en el turismo (medido en personas), y para diciembre crecimiento incluso en el gasto. Puesto que esa epidemia coincidió con la Gran Recesión, hubo una contracción en todo ese año de -5% en turistas y -13% en el gasto. El PIB del sector turismo (en la cuenta satélite de INEGI) cayó incluso un par de décimas más que el total de la economía.

La pandemia de Coronavirus (Covid-19) no se originó en México, afortunadamente, pero no fue controlada rápidamente, y se ha extendido por el mundo (por eso ya es pandemia). Esto ha provocado el cierre paulatino de países que enfrentan un crecimiento acelerado de casos. Aunque la mayor cuarentena en términos de personas ocurrió en China, lo más espectacular hasta el momento es el cierre total de Italia. No sabemos si España, Francia o Alemania pudieran seguir este camino, parcial o totalmente, y tampoco cuál será la estrategia estadounidense. En todos esos países, el crecimiento del número de casos es exponencial, y se duplican cada 36 horas, aproximadamente.

El impacto de estas decisiones en el turismo es sumamente serio. No tenemos aún datos para comparar con lo que nos ocurrió en 2009, pero las aerolíneas de Asia han sufrido caídas de más de 70% en su ocupación, y las estadounidenses hablan de 50%. Tampoco tenemos idea de cuales rutas son las que más sufren de las caídas, pero hay que considerar la posibilidad de que muchas personas que habían pensado en venir a México de vacaciones, no lo hagan. No porque aquí sea un lugar particularmente golpeado por el virus (al contrario, según las cifras oficiales), sino porque teman contagiarse en su lugar de origen, o durante el viaje.

De acuerdo con la cuenta satélite de INEGI, el turismo representa casi 9% del PIB nacional. Más o menos 2.5% del PIB total se concentra en hospedaje y alimentos, un tanto similar en servicios asociados (paseos, comercio, servicios), cerca de 1.6% en transporte, y 1% en compras de bienes por parte de los turistas. Lo que falta es la imputación por viajes a casas prestadas, de familiares, etc., que asciende a cerca de 1.3% del PIB.

En términos de viajeros internacionales, cerca de 41% del total llegan directo a Cancún, que es el aeropuerto más concurrido por estos viajeros, casi el doble de los que llegan a la Ciudad de México, el segundo en importancia. Dos tercios de ellos vienen de Canadá y Estados Unidos, y un 10% adicional proviene de Europa (Reino Unido, Francia, Alemania, España, Rusia e Italia, en ese orden). Entre marzo y abril llega el 20% de todos los viajeros del año, son los meses más concurridos.

Es momento de que la gente de Nafin y Bancomext empiecen a hablar con hoteleros, restauranteros y proveedores de servicios turísticos. Mientras evaluamos otros efectos, ahí se va a necesitar apoyo pronto.

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