Fuera de la Caja

Que sí, que no…

Confirmar la hipótesis de que la confianza en el gobierno es la causa del mal comportamiento económico es determinante para pronosticar lo que ocurrirá en los próximos años.

Este viernes se publicará el Índice Global de Actividad Económica al mes de mayo, y el miércoles siguiente, la estimación oportuna del PIB al segundo trimestre de 2019. Vendrá entonces una nueva emisión del debate acerca de qué es y qué no es una recesión. Muy probablemente, el dato del viernes sea negativo (tanto comparando con el año anterior como con el periodo previo), y algo similar ocurrirá con el PIB. Tendremos dos trimestres consecutivos con una contracción (trimestre a trimestre) o sólo uno (comparación anual), y habrá textos defendiendo una posición o la otra.

Lo que es indiscutible es que la actividad económica ronda el cero, en el conjunto, y algunos sectores están francamente golpeados. La minería, que es en 80 por ciento extracción de petróleo, lleva años cayendo, y eso no es culpa del actual gobierno, aunque se haya profundizado el problema en estos meses. Las estimaciones del plan de negocios de Pemex, de que se frenará la caída e iniciará la recuperación, son parecidas a las publicadas en 15 años de planes de negocios, y en todos los casos han errado. Si logran que la caída se detenga ya será ganancia.

La grave caída en construcción, por otro lado, es sin duda resultado de acciones de esta administración, empezando por la cancelación de la construcción del aeropuerto. En realidad, este sector se empieza a frenar con el triunfo de López Obrador. A inicios de 2018 la construcción crecía alrededor de 2.5 por ciento anual, para julio estaba en 1.8 por ciento, y en septiembre se había detenido. En el último trimestre del año pasado, se contraía -2 por ciento. Pero entre marzo y mayo la contracción es de -5.6 por ciento, y en ese último mes fue de -9 por ciento. El nivel de la industria de la construcción en ese mes es similar al que se tenía en 2013, en la crisis de vivienda que se produjo al inicio de la administración pasada.

Estos dos sectores representan la mitad de la industria, y aunque las manufacturas no tengan problemas serios, no alcanzan a compensar el drama del petróleo y la construcción.

En los servicios, la mitad la explican el comercio (mayoreo y menudeo) y los servicios financieros. Si le suma usted comunicaciones y transportes, alcanzamos los dos tercios del sector terciario. El crecimiento de estas actividades durante los últimos años había sido muy interesante, y eso sostuvo a la economía. Todavía hasta septiembre u octubre de 2018, crecían por encima del 4 por ciento, salvo comercio al mayoreo, que andaba en 2 por ciento. En los últimos datos, mayoreo ronda -2 por ciento, comunicaciones el cero, y las otras dos apenas crecen 2 por ciento anual.

En suma, la actividad económica se ha detenido, y la interpretación de esta columna es que eso es resultado de la pérdida de confianza. Aunque se ha insistido en el gran crecimiento de la confianza del consumidor como resultado de la elección de López Obrador, se ha hecho menos énfasis en la caída que este indicador presenta. Entre febrero y junio, ha perdido 10 puntos. Es la mayor caída en la historia, con la excepción del 'gasolinazo' de enero de 2017.

Confirmar, o rechazar, la hipótesis de que la confianza en el gobierno es la causa del mal comportamiento económico es determinante para pronosticar lo que ocurrirá en los próximos años. Este ya no va a cambiar mucho. Con el dato del próximo miércoles, los especialistas afinarán su proyección, que imagino estará entre -0.5 y 0.5 por ciento para 2019. Esto también reducirá las expectativas para 2020.

Pero lo interesante es tratar de imaginar lo que ocurriría en los siguientes años, no sólo por cuestiones económicas, sino también políticas. Mañana lo platicamos.

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