Hablamos ayer de las dificultades que tiene el gobierno para financiar su gasto, que a julio apuntan a un cierre imposible en este año, y a un presupuesto seriamente limitado para el próximo. No se podrá cerrar bien porque ya no da tiempo de reducir gasto en la cantidad necesaria (a julio seguían con incrementos reales contra el año anterior), y el Presidente insiste en no contratar deuda. Seguramente esto será lo que ocurrirá, y él dirá alguna mentira. Es su método.
La caída de ingresos del gobierno proviene de la parte petrolera, principalmente. En los impuestos, que representan casi 60 por ciento del total, hay dificultades, pero no desastre. El IVA, por ejemplo, lleva tres meses trágicos, con contracciones de -35 por ciento, -24 por ciento y -17 por ciento, pero en el acumulado de un año apenas está en números rojos, gracias a que hubo una recaudación extraordinaria a inicios de 2020, todavía no explicada. En ISR, la persecución de grandes causantes le ha permitido al SAT mantenerse con pequeños crecimientos, aunque en el acumulado anual apenas la libra. Aún descontando inflación, las caídas son inferiores a -5 por ciento, lo que es extraordinario cuando la economía perdió -19 por ciento de su tamaño en el segundo trimestre.
Sin embargo, en ingresos petroleros sí hay una tragedia. Desde el año pasado esta columna insistía en que no apostaran por este rubro, porque Pemex no podría producir lo que ellos pensaban. Primero hablaron de 1.95 millones de barriles diarios (mbd) para este año, luego lo bajaron a 1.85, luego a 1.78, y andamos en 1.68, prácticamente lo mismo que el año pasado, pero con precios mucho más bajos. Por otra parte, el gobierno ha estado financiando a Pemex para lograr el incremento prometido, de forma que la pérdida ocurre por tres lados: no crece la producción, bajan los precios, suben los gastos.
El resultado es que, en lugar de recibir ingresos por 575 mil millones en este renglón a julio, la cifra es de 302 mil millones. Faltó la friolera de 275 mil millones. Para los cinco meses que faltan, no podemos esperar ni un gran repunte en precios ni mejoras en la producción, de forma que lo lógico es que los ingresos petroleros cierren el año en 520 mil millones, sobre los 988 mil presupuestados. Casi 470 mil millones de pesos por debajo, que es 8 por ciento del Presupuesto para este año, en números redondos.
Pero esa pérdida es apenas la base para el Presupuesto de 2021. Tal vez nos salgan con que Pemex producirá mucho más el próximo año, pero eso es prácticamente imposible. O imaginarán precios elevados, más probable, pero en un rango de 15 a 25 por ciento, que no resuelve mucho. Mi intención era comentar con usted las posibilidades que hay de incrementar, o al menos sostener, la producción de petróleo en los próximos meses, pero desafortunadamente la Comisión Nacional de Hidrocarburos no publicó los datos de julio en tiempo y forma. Ignoro la razón, pero la hora de cierre para esta columna me impide esperar más tiempo.
En cuanto esa información sea pública, podremos revisar los escenarios de producción de petróleo, pero, desde ahora, y en espera de que el día 8 se presente el Presupuesto para 2021, es posible suponer que los ingresos del gobierno mexicano rondarán 5 billones de pesos, que es 20 por ciento menos de lo que se presupuestó para este año, o el equivalente a lo gastado en 2017. En términos reales, es el Presupuesto que tuvo el gobierno en 2015: un sexenio perdido.
Veremos qué informa hoy el Presidente, pero preocupa que los órganos reguladores autónomos puedan empezar a jugar con tiempos políticos.
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