Fuera de la Caja

Suicidio asistido

López Obrador intenta forjar una narrativa de unidad nacional contra el imperio, pero esta crisis fue otro intento de suicido.

La amenaza de Donald Trump de imponer aranceles generales a las exportaciones mexicanas debido a la falta de cooperación de México para frenar la inmigración a ese país le parecía a esta columna algo sin sentido. Para lograrlo, Trump debía apelar a una "emergencia nacional" que sería repelida por la Cámara de Representantes de inmediato. Por otra parte, el daño que eso causaría la economía estadounidense sería muy serio, sin ganancia de por medio. Finalmente, no hay condiciones operativas para establecer aranceles en economías que llevan dos décadas funcionando bajo un acuerdo comercial.

Por todo ello, la amenaza parecía poco creíble y la sugerencia era responder rechazando la medida unilateral, la confusión de políticas comercial y de migración, alistar demandas, y promover una campaña mediática en Estados Unidos. En lugar de eso, el gobierno mexicano respondió con una carta de cuarto de primaria, y enviando de inmediato al canciller, acompañado de los responsables de comercio y no los de migración. Tuvieron que esperar cinco días para ser recibidos.

La opinión en contra de este viaje era que no había forma de negociar nada, porque todo sería ceder. El acuerdo alcanzado confirma eso: se acepta militarizar la frontera sur y resguardar a los solicitantes de asilo en México en lo que su trámite se decide en Estados Unidos. Todo, a cambio de que la amenaza no creíble no se cumpla.

Hay que aclarar que esta crisis, como todas las vividas en estos seis meses de gobierno, es de manufactura propia. En octubre pasado, el entonces Presidente electo decidió convocar a los migrantes a avanzar a través de México, en donde serían bien recibidos, apoyados, e incluso financiados. En los meses previos a esa declaración, se detenía a cerca de 45 mil personas en la frontera sur de Estados Unidos. En octubre ya eran 60 mil, para febrero eran más de 75 mil, superaron cien mil en marzo y abril, y 144 mil en mayo. Es decir, Trump tenía al menos un argumento en su amenaza: las detenciones se habían más que duplicado bajo la nueva administración mexicana.

Pero una nota aparecida este sábado en The New York Times, firmada por Michael D. Shear y Maggie Haberman, aclara más el panorama. Resulta que desde diciembre se había comprometido México a convertirse en país de espera para los solicitantes de asilo, y desde marzo se había aceptado enviar a la Guardia Nacional a la frontera sur. Como es evidente, México no había cumplido ninguno de esos acuerdos, y la amenaza de Trump cobra mucho más sentido. Y también el envío de la delegación que fue a repetir lo que ya antes había aceptado nuestro país.

Sin embargo, la forma en que ocurre esta negociación, que evidentemente pudo haberse evitado, es una tragedia. Así como la vergonzosa invitación a Trump a visitar Los Pinos, durante su campaña, se convirtió en un apoyo potencial a su elección, así esta escaramuza le da no sólo una victoria para consolidar su base de votantes, sino un grito para sus mítines: ¡Ya hay muro, y lo pagan los mexicanos!

Algunos celebran lo negociado, porque se evitó una catástrofe comercial. Primero, la probabilidad de esa catástrofe era, como hemos visto, muy baja, si no es que cero; segundo, su origen fue el incumplimiento de acuerdos secretos previos; tercero, todo eso tuvo que hacerse porque el Presidente habla sin pensar, creyendo que las ofertas de campaña son instrumentos de política pública.

López Obrador intenta forjar una narrativa de unidad nacional contra el imperio, pero esta crisis fue otro intento de suicido. Aunque, en este caso, suicidio asistido.

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