Costo de oportunidad

Hay que pagar impuestos

A pesar de los altos impuestos en el mundo desarrollado, el grueso de los inversionistas globales prefiere ubicarse, en tiempos normales, en esos países.

Si se mueve, grávalo. Si se sigue moviendo, regúlalo. Si deja de moverse, subsídialo: Ronald Reagan.

La prensa internacional está llena hoy de discusiones fiscales, a raíz de la iniciativa del G-7, que se ha extendido a algunos países, por tener un impuesto corporativo mínimo. La idea es que no existan paraísos fiscales y que todas las corporaciones paguen al menos 15 por ciento sobre las utilidades.

El problema con las ideas es que, por simples que sean, hay la posibilidad de que alguien entienda algo diferente. A pesar de que la idea del párrafo anterior parezca simple, a menos que los países se pongan de acuerdo sobre la base fiscal, la definición primaria de a qué le llamamos utilidades, siempre habrá la posibilidad de que exista algún país que cobre menos y que por lo tanto se convierta en un paraíso fiscal. Claro, así llaman a países como Panamá. Suiza prefiere que le digan hub de inversiones.

En México, la autoridad fiscal publica una vez al año, en junio, las tasas reales de impuesto sobre la renta que pagan distintos sectores. Dado que cada sector puede hacer deducciones diferentes, o bien, debido a que cada actividad es distinta y la actividad determina lo que pueden deducir las empresas, la SHCP y el SAT se dan a la tarea de calcular el umbral de riesgo, la tasa efectiva de impuesto que paga cada sector en promedio. Por supuesto, esto no es factible para todos los sectores de la economía, entonces se hace para grandes sectores, y para el caso de los grandes contribuyentes. Esta tasa sirve para que cada empresa se dé cuenta si está tributando más o menos que el promedio. Si estás pagando menos impuestos que el promedio de tu sector en años recientes, es posible que califiquen tu estrategia fiscal de demasiado agresiva.

De esa forma sabemos que en 2019 la banca múltiple pagó una tasa de 5.33 por ciento, y que en 2018 tributó 6.04 por ciento. Las mineras de cobre y níquel pagaron 7.98 por ciento en 2019, pero en 2018 pagaron 8.97 por ciento. Todo sobre utilidades. Las farmacias con minisúper pagaron 1.15 por ciento, mientras que las que comercian al por menor perfumería y cosméticos pagaron 3 por ciento. Quizá eso explique por qué ahora es más probable encontrar pan dulce en la farmacia que productos de higiene personal. Las armadoras de coches tuvieron una tasa efectiva de 1.39 por ciento en 2019, pero los fabricantes de carrocerías y remolques de 4.87 por ciento. Seguramente no hubiéramos desarrollado un clúster automotriz, donde existieran los segundos, sin haber ofrecido tasas bajas a los primeros. Siempre la pregunta es, una vez que esa cadena de empresas está armada, si debe continuar la diferencia de tasas o no.

Estas tasas están en el rango de la tasa de países en desarrollo, de acuerdo con información publicada recientemente por el Financial Times. Son significativamente menores a las tasas que se pagan en la mayoría de los países desarrollados. Cada año, cuando la autoridad publica estas tasas, la prensa hace un festín, diciendo que ciertos sectores pagan demasiado poco.

En México, cuando desglosamos el Producto Interno Bruto de acuerdo al método del ingreso, existe un componente que son los impuestos a la producción y las importaciones. En el cuarto trimestre de 2020, este componente fue equivalente a 1.7 billones de pesos, un poco menos de la tercera parte de lo que necesita el Estado mexicano para sobrevivir, casi 7 por ciento del PIB. Cuando lo evaluamos comparado con el ‘excedente bruto de operación’ (la aproximación del PIB a lo que pagan las empresas en impuestos a la producción e importaciones), nuestra tasa efectiva es cercana al 15 por ciento. Sin embargo, esa no es toda la producción que se genera en México. Hay otro renglón de producción, el ingreso mixto bruto, que es la producción que generan los hogares de manera directa. Si evaluamos los impuestos a la producción como porcentaje de ese ingreso mixto bruto, nuestra tasa efectiva es cercana a 10.6 por ciento. Si queremos gravar más la producción, tendrá que hacerse sobre ese gran volumen de producción e importaciones que no gravamos, y que es responsable de casi la tercera parte de las utilidades que se generan en el país.

En una entrega siguiente hablaremos sobre los distintos impuestos del lado de la demanda, tanto al valor agregado como los impuestos especiales sobre producción y servicios.

A pesar de los altos impuestos en el mundo desarrollado, el grueso de los inversionistas globales prefiere ubicarse, en tiempos normales, en esos países, que son economías de mercado donde hay un marco de derecho estable y predecible. Esa debe ser una lección para México, en vista de la reforma fiscal que se planea y que seguramente se anunciará durante los próximos meses.

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