Muchas gracias a los lectores que comentaron sobre mi columna de la semana pasada, respecto a las posibilidades de adquirir vivienda en estos tiempos aciagos. Hubo quien me llamó falaz por construir un hombre de paja (siempre ha sido difícil comprar casa). Hubo quien se sintió ofendido, porque cortar sus hábitos de consumo no necesariamente les comprará una casa. La discusión siguió en Twitter.
Si la economía en su conjunto cada año ahorra e invierte alrededor de la quinta parte del ingreso, eso quiere decir que cada uno de nosotros puede hacer algo parecido. En tu caso puede ser 10 por ciento o 50 por ciento del ingreso. Tu tasa de ahorro, y cómo la inviertas, realmente tiene un efecto en tu futuro. No siempre podemos ganar más, pero sí podemos encontrar la forma de gastar menos, construir capital y apuntalar nuestra productividad, si gastamos un poco menos e invertimos un poco más.
En la columna del miércoles pasado comentamos que si no nos alcanza para una casa, podemos comprar un activo que, aunque no sea ideal, preserve el valor de nuestros ahorros en el tiempo. Por activo, me refiero a un bien de inversión. Ese bien de inversión tiene que ofrecernos una mezcla de rendimiento y de riesgo que sea adecuada a nuestras preferencias individuales, y que nos ayude a reproducir nuestra riqueza, sea muy grande o muy pequeña.
Ese activo no necesariamente es una vivienda. También puede ser un activo real como un centenario o un activo financiero. Ciertamente no puedo vivir en una moneda de oro. Pero, un portafolio de inversión que vaya dejando buenos rendimientos puede ir pagando por el costo del capital que debemos (como la mensualidad de un coche o la renta de una casa).
En las clases de economía y finanzas normalmente nos enseñan qué es un portafolio de inversión. Lo que no nos dicen es que puedes construir ese portafolio apalancado. En tu portafolio puedes tener activos y pasivos. Los activos tienen que ofrecerte la tasa más alta posible al riesgo más bajo posible. En el caso de los pasivos, deben contratarse a las tasas más bajas posibles.
Supongamos que nos dedicamos a pintar casas. Nuestro principal obstáculo no es obtener clientes, es tener el capital de trabajo para comprar pintura, pagar gasolina, contratar trabajadores y poder aprovechar toda la demanda que tenemos. Digamos que es posible pintar dos casas al mes, y que en cada trabajo gano 50 por ciento del capital invertido. Eso implica que si invierto un peso, el día 15, al terminar la primera casa, lo convertí en 1.50. Guardo 50 centavos de utilidad por peso, uso el capital de nuevo para pintar la segunda casa. En el mes, dupliqué mi utilidad. Si hice bien el trabajo, al final del mes tengo 2.00 pesos; mi capital inicial y la ganancia del mes.
Al año acumulé 6.00 pesos de utilidad por peso de capital invertido. Sobre esos 6.00, digamos que pago el 20 por ciento de impuestos. Me quedan 4.80 pesos, dándole la vuelta a un capital de un peso, dos veces al mes.
La pregunta es, si no tengo el peso de capital, ¿puedo contratarlo a cualquier tasa? Pues no a cualquier tasa, pero sí a una tasa muy alta. En teoría, para este negocio, el límite está en 480 por ciento anuales. Ese es el punto en donde prefiero no dedicarme a pintar casas (con un truco: ahí ya está pagado mi salario y el de mis trabajadores).
De hecho, si soy un cliente totalero de mi tarjeta de crédito y la liquido cada mes, seguramente mi tasa efectiva será mucho más baja que el CAT publicado para mi tarjeta. Pagaré comisiones, que seguramente son una barbaridad, cosas del tipo 10 por ciento mensual, pero que hacen viable al negocio. El banco, en este caso, es mi socio.
Este es un ejemplo burdo. Por supuesto, siempre pasan cosas. El cliente no paga, o se echa a perder la pintura, o un trabajador no llegó, o hay que repetir un trabajo mal hecho y no ganamos. También puede suceder que me extorsionen cada vez que salgo en la camioneta con el bote de pintura. O que el gobierno no me pone nuevos impuestos, pero me sube la tasa cada vez que puede y me limita las deducciones. ¿Suena conocido?
En estos casos, un negocio pasivo, como invertir en la Afore, puede ser mejor negocio que invertir en una Pyme.
Ayer martes 12 de julio, en el aniversario 25 del SAR, Amafore compartió un dato increíble: en el largo plazo, invertir en la Afore es más rentable que invertir en bolsa, o en muchos negocios. 10 mil pesos invertidos en 2008 al rendimiento del SAR, dieron 64 por ciento más que un ETF que siga al Índice de Precios y Cotizaciones de la BMV. Sobre esto, escribiremos más en una semana.
Si no quieres comprar una casa, no te la compres. Solamente asegúrate de ahorrar e invertir igual o más que el resto de la economía. En México, eso equivale a la quinta parte de tus ingresos.
El autor es asesor en Agon Economía Derecho Estrategia, Consejero MUCD.