Su columnista nació hace 50 años. El mundo en 1972 era mucho más moderno que en 1962. En la década de los años 1960, ocurrieron un montón de cambios icónicos en la cultura, la economía, la participación de las mujeres en la sociedad y la ciencia. Un poco como la era actual, pero puede que más intenso. Por eso, voy a comparar el mundo actual con el de hace 60 años, no el de hace 50.
En 1963, no había G20; ese conglomerado de países nació en 1999. En 1963, Rusia se llamaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y en Sudáfrica había apartheid. Estados Unidos tenía también su modelo de discriminación racial, pero John F. Kennedy, presidente, y su hermano Robert, senador, eran algunos de los políticos de la era que intentaban desmantelarlo. En 1963 no había guerra en Ucrania, pero sí en Vietnam, e igual que la actual involucraba a los principales poderes globales.
En 1963, los presidentes, reyes y primeros ministros de 19 de los 20 países del G20 eran hombres. Hoy, la excepción es la señora Von Der Leyen, de la Unión Europea. La Unión Europea no existía, pero su semilla, el Benelux, ahí estaba. En 1963, la edad promedio de esos señores era de 63 años, 62.95, para ser exactos. El mayor era Charles de Gaulle, el héroe de la segunda guerra mundial, quien tenía 70 años. Hoy, el promedio de edad es 64.5. Si ponderáramos por PIB, como medida de aproximación al poder de estas naciones, seguramente tendríamos un promedio de edad mucho mayor hoy que en 2023, por el efecto de Joe Biden, de 80, quien comanda a los Estados Unidos, y el rey saudí, quien tiene 87.
El mundo actual es una gerontocracia. No todos, pero muchos, tienen ideas que son viejas, su manera de responder a los retos es obsoleta, su visión del planeta no está actualizada. La pregunta es por qué el elector los puso ahí. La mayoría de estos países son democracias, aunque defectuosas unas, o regímenes híbridos otras, según el índice de democracia de Economist Intelligence Unit. ¿Será que en el fondo, los electores somos conservadores, en la mayor parte del mundo? ¿Será que no le encargaríamos los asuntos públicos a los jóvenes y a las mujeres ni de relajo? Por eso, el que haya dos contendientes a la presidencia mujeres en México, un país con una tradición machista en lo político, es una gran noticia. Los mejores deseos para ambas, mujeres ilustradas, quienes además tienen 59 años. No deberíamos preguntarnos sobre la independencia de una u otra. Pocos presidentes mexicanos han cedido a los intentos de control de su predecesor. No creo que el 2024 será la excepción.
Las ideas de intervención de los gobiernos en la economía son populares. Jalan bien en las encuestas. Las ideas liberales, de no intervención en los mercados, no se ven tan felices en la mente del electorado. Los políticos viejos no necesariamente son más intervencionistas; pero no puedo pensar en uno que no lo sea. Confiamos más en un Biden que quiere meterle mano al motor, que en un Milei que preferiría que la economía encuentre su propio cauce. ¿Deberíamos apoyar a la democracia, como el mecanismo que abrió las posiciones de poder del Estado a cualquier ciudadano, o deberíamos apoyar a cualquier monarca o dictador autoritario que ofrezca el libre mercado? Milei, joven y liberal en lo económico, es un conservador en lo social; al revés que Biden. ¿A los electores les preocupa más lo social que lo económico? Como dicen mis hijos, no tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que ese es el caso. Nos deberían importar ambas cosas, al menos igual.
Los demócratas estadounidenses son una izquierda curiosa porque no son marxistas fundamentalistas, ni en el sentido de Karl, ni en el de Arriaga. A Biden le dieron un mandato simple: terminar con la locura de la era Trump. Ese mandato es suficiente para matarlo en las encuestas. Trump, a pesar de ser casi de la misma edad de Biden (tiene 77), parece ser el principal candidato a suceder a Joe, aún con sus problemas legales. Es muy posible que sea de nuevo el presidente de Estados Unidos. Es misógino, xenófobo, ignorante, bully, propenso a romper la ley, autoritario y desprecia las instituciones de contrapeso democrático. Y también es viejo.
Supongo que eso quiere el elector estadounidense. Karl Popper decía que las sociedades libres deben tolerar todas las ideas y personas, menos las que quieren destruir a la sociedad libre. Parece que los electores hoy quieren dictadores de edad avanzada y autoritarios. Si en México no ocurre así, será una buena noticia.