Costo de oportunidad

Crecer, cobrar, gastar, repetir

El gasto público ‘neto’ de 2023, último dato de gasto conocido y no preliminar, fue de 25.6 por ciento del PIB.

Ayer en estas páginas de su periódico El Financiero el maestro Enrique Quintana, en su excelente editorial de todos los días, nos advertía sobre los peligros de hacer pronósticos de crecimiento económico. Y es que sí, a finales de 2022 el consenso de los expertos era que no creceríamos casi nada en 2023, y la economía creció alrededor de 3.5 por ciento.

Hay otros pronósticos que son más peligrosos, porque implican más variables. Esa cifra de crecimiento que usted sigue y ve publicada en nuestras páginas, es el resultado de un esfuerzo analítico y estadístico del Estado, a través del INEGI. El Instituto revisa la inflación, sus instrumentos de captación de datos en el mercado laboral, en las distintas industrias de nuestra economía, y a partir de ahí produce la cifra de crecimiento, que está en términos reales. Es decir, que ya descuenta los efectos de la inflación.

Por otro lado, la Secretaría de Hacienda, en México, tiene que pronosticar cuánto va a crecer la economía, tanto en términos reales (sin inflación) como nominales (con ella). La meta de recaudación se establece con base en el PIB nominal, y ambos números, a la vez, determinan el ahorro (o déficit) público y la cifra grandota, que a unos nos preocupa, a otros les encanta, del gasto público.

Entonces: Hacienda produce su Presupuesto de Egresos de la Federación, y lo pasa por la Cámara de Diputados, la cual aprueba la cifra. De esa manera, el año pasado, el gobierno nos decía que gastaría casi 8.3 billones de pesos. Hace un año, si yo combinaba la cifra de crecimiento nulo y PIB nominal de alrededor de 30 billones, eso era casi 27.7 por ciento del PIB. Es posible que la recaudación de estados y municipios sea entre 3 y 4 por ciento del PIB; entonces, nuestra cuenta fiscal es casi la tercera parte de nuestro ingreso nacional. Ojalá salga algún experto en finanzas públicas subnacionales a rebatir el dato; la verdad es que es difícil saber.

Pero, en realidad, el PIB de 2023 en términos nominales estuvo por encima de los 32 billones. Por eso, ayer, en la página dos de El Financiero, el gasto público ‘neto’ de 2023, último dato de gasto conocido y no preliminar, fue de 25.6 por ciento del PIB. Muy cerca al cociente de 8.3 entre 32 billones. Eso implica que la recaudación seguramente fue mayor a lo estimado, y también que hubo ‘bolsas’ de recursos excedentes por encima de lo que estaba presupuestado gastar. “Qué buena noticia”, diría yo, si esos excedentes se fueran proporcionalmente a salud, educación, equipamiento urbano, y los bienes públicos de los cuales yo me beneficio. Habrá quien diga “me hubieran dado más beca del Bienestar”. Sale igual. El chiste es que ni para la beca, ni para el IMSS, la escuela o nada. Ese dinero se fue al Tren Maya y a la refinería, entre otras cosas; pero sobre todo, se fue ahí.

Según una nota reciente de Bloomberg, el costo de la Refinería Olmeca ya va en 319,805 mil millones. Eso es el 3.9 por ciento del PIB nominal de 2023, pero como se ha gastado a lo largo de cinco años, números gruesos, hemos invertido el 0.77 por ciento del PIB por año durante cinco años. De cada factura tuya, mía, de Pemex o de cualquier otro entre productivo de México, han salido 77 centavos de cada cien pesos para hacer la refinería que no refina.

En el caso del tren, el tema es mucho más doloroso. Ese ha costado 5.8 por ciento del PIB nominal de 2023, o 1.16 por ciento del PIB anual de los últimos cinco años. Con esas dos obras que apuntalan el orgullo de quien las hace, pero destruyen valor, cenotes y presupuesto, podríamos haber gastado casi dos puntos más del PIB por año en educación, salud, y sí, hasta en las becas del bienestar de nuestros viejitos.

Urge un consejo fiscal independiente, como sugerimos los autores del libro Con la mirada hacia adelante. También, ahí sugerimos un consejo de infraestructura con criterios más astringentes sobre qué activos debemos construir para el México del futuro. Igualmente, es indispensable tener servidores públicos capacitados para asegurarse que la ejecución de todo lo que hace el gobierno salga bien.

El ministro en retiro, doctor José Ramón Cossío, el maestro Guillermo García Alcocer y un servidor, estaremos presentando este libro el miércoles 10 de abril en el ITAM. Contaremos con los comentarios de la maestra Valeria Moy, del IMCO; el doctor Miguel Messmacher, del ITAM; y el doctor Carlos Serrano, de BBVA. Moderará Humberto Gallegos, presidente de Ex-ITAM. Si gusta acompañarnos, hay que registrarse aquí.

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