Creo que muchos mexicanos, incluso un servidor, decidimos ignorar la evidencia aplastante que nos ofrecían cinco decenas de casas encuestadoras de que la más probable ganadora de la elección del 2 de junio sería la doctora Sheinbaum. Algunos fueron más vocales que otros. A muchos no nos entusiasmaban AMLO, Morena y su candidata, y optamos por creer más en la corrupción demoscópica que en la veracidad de las encuestas.
Ahora, gente que estaba mucho más invertida en la campaña de Xóchitl Gálvez que este columnista, está hablando de un fraude construido como algoritmo entre las casillas y el PREP del INE. Tener a un pariente de Manuel Bartlett como proveedor de servicios de seguridad informática del Instituto, no ayuda en nada a la percepción pública.
Dicho esto, seguir esa ruta, es un camino seguro a la locura. Tiene ecos del supuesto fraude del 2006, con una diferencia fundamental: el conteo de votos. La doctora Sheinbaum, su partido, y sus compañeros de fórmula en el Legislativo y las gubernaturas, se llevaron la elección por mucho. Siempre hay errores de captura e interpretación, pero no creo que alcancen para juntar los 18 millones de votos que necesita la oposición para seguir en la lucha. Creo que en estos casos, lo sensato es reconocer y construir una oposición crítica que supervise al gobierno. La elección ya pasó.
En 1988, pasaba algo muy distinto. Nuestro árbitro electoral no tenía la infraestructura, sistemas, supervisión ciudadana, prestigio internacional, que tiene el día de hoy. También eran los años del priismo más rancio. Amigos mayores que yo, que sí votaron y eran partidarios del Ing. Cárdenas, estaban muy enojados. A la gran mayoría de los mexicanos les daba igual. En eso seguimos parecidos: 61 por ciento de participación electoral es un número ridículo. La política no le interesa a casi 40 millones de compatriotas.
Para gente como yo, que no comulga con Morena, Guadalupe Taddei, árbitra ligeramente sesgada hacia el morenismo, ha dejado mucho que desear. Pero no es por ahí. A pesar del árbitro entusiasta por su partido, a la opción que planteó Xóchitl le faltó dinero, apoyo partidario y estructura, a pesar de tener una candidata competitiva. Algunos quisimos creer que la ‘marea rosa’ que llenó las plazas públicas, podría ganarle a la capacidad de arrastre, convencimiento y coerción al voto del partido oficialista. Pero, no fue así. Hay que voltear la página y entablar diálogo con el nuevo gobierno, lo antes posible.
Yo tengo un montón de preguntas para la presidenta electa Sheinbaum. Digo, si no le contestó a los prestigiados periodistas de Tercer Grado, no tengo mucha esperanza de que me responda a mí. De todos modos aquí las pongo:
1. ¿Va a poner distancia entre usted y el caudillo de Macuspana?
2. ¿Cómo va a balancear el presupuesto público? ¿Cómo va a reducir el déficit de 6 por ciento del Producto?
3. ¿Tiene planes de colectivizar en cuentas concentradoras el actual Sistema de Ahorro para el Retiro?
4. ¿Tiene planes de cambiar el régimen de propiedad privada en México, favoreciendo estructuras colectivas?
5. ¿Cuáles son sus planes para que las empresas productivas del Estado, dejen de ser un lastre para las finanzas públicas?
6. Cómo científica climática, ¿cambiará la política energética de México, para abatir nuestra dependencia del combustible fósil?
7. ¿Tiene planes de una reforma constitucional amplia, que acerque a México al socialismo?
8. ¿Cómo va a perseguir los delitos de corrupción del pasado?
9. ¿Seguirán los embates contra las instituciones autónomas del Estado mexicano que ofrecen contrapesos al poder presidencial?
10. ¿Estaría dispuesta a reconocer que la desigualdad no es la causa de la violencia descarnada que estamos viviendo los mexicanos? ¿Hará algún cambio en la estrategia de control del crimen depredador y asesino, espontáneo u organizado?
11. ¿Va a reducir la influencia de los militares en la administración pública?
12. ¿Reconoce el derecho de los mexicanos a disentir de sus posturas políticas, y militar en partidos distintos del suyo? ¿Le reconoce un derecho a existir a la oposición?
13. ¿Ofrece garantías en México de libertad de oficio, emprendimiento y comercio? ¿O seguirá la estatización de la economía mexicana?
Una respuesta clara y honesta para estas preguntas, señora presidenta electa, nos dejará más tranquilos a todos; inversionistas, empresarios, políticos, trabajadores, líderes sociales, profesionales y ciudadanos.
Le deseo éxito en su encargo.