Hoy, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) dará a conocer su decisión de política monetaria. Se espera que inicie un ciclo de alzas del objetivo de su tasa de interés de referencia, el cual se ha mantenido entre 0.00 y 0.25 por ciento desde marzo de 2020.
Esta determinación ocurrirá tras haber finalizado el proceso de compras masivas de activos financieros o ‘relajamiento cuantitativo’ (QE), comenzado hace dos años.
Por supuesto, no se sabe cuál será la magnitud del primer incremento de la tasa de interés, aunque en su comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de ese país, hace dos semanas, el presidente del Fed, Jerome Powell, reveló que propondría y apoyaría un incremento de 25 puntos base.
El comentario de Powell parece buscar prolongar el enfoque ‘gradualista’ que el Fed ha aplicado ante la agudización inflacionaria.
A pesar de que desde noviembre de 2021 el crecimiento anual de los precios ha alcanzado sucesivos niveles máximos en cuatro décadas, ese Banco Central continuó inyectando liquidez, mediante el QE, tan tarde como febrero de 2022.
Además, durante el presente siglo, el FOMC ha modificado su tasa de interés de referencia siempre en 25 puntos base por reunión, en las subidas, pero lo ha hecho en mayores montos, incluso en reuniones no programadas, en las bajadas. Una ilustración de esto fueron los recortes de 50 y 100 puntos base de las sesiones de marzo 3 y 16 de 2020, respectivamente.
La mayor celeridad en el relajamiento monetario que en el apretamiento podría estar reflejando el hecho de que, por mucho tiempo, la inflación y sus expectativas se mantuvieron en niveles bajos, lo cual permitió al Fed apoyar, sin aparentes riesgos, la actividad económica. La situación actual representa una desviación abrupta de la historia reciente, por lo que el alza habitual de 25 puntos base no tiene por qué aplicar.
En la misma comparecencia, Powell hizo referencia a la expectativa del Fed de que, durante el presente año, la inflación alcance un pico y, luego, descienda. En su opinión, si el crecimiento de los precios no disminuye tan rápido como lo esperado, ese instituto central “estaría preparado para actuar más agresivamente”.
La paciencia para combatir la inflación es sorprendente, a la luz de los persistentes y significativos errores de subestimación de este fenómeno por parte del FOMC. Como sucedió con la crisis de 2008 y 2009, aparentemente nadie en el Fed vio venir esta inflación.
A pesar de ello, ese Banco Central continúa confiando en su capacidad de responder oportunamente, en caso necesario. La principal limitación de la estrategia reactiva es su ineficiencia. La política monetaria actúa con rezagos largos y variables, por lo que siempre es necesaria una postura preventiva.
Si bien, a finales de noviembre pasado, Powell reconoció el equívoco de caracterizar la inflación como ‘transitoria’, al parecer el Fed continúa creyendo que ésta desaparecerá casi por sí sola, cuando se disipen los ‘cuellos de botella’ de las cadenas globales de suministro.
Una falla central de este diagnóstico es no reconocer que el principal motor de la elevada inflación ha sido el impulso de la demanda, derivado del excepcional estímulo fiscal, que ha implicado la explosión de la deuda pública, gran parte de la cual ha sido absorbida por el Fed.
Se trata del ejemplo clásico de financiamiento monetario del déficit público. El combate efectivo de la inflación requiere el apoyo de la política fiscal mediante una contención de gasto. Por desgracia, las discusiones en el Congreso de ese país siguen favoreciendo nuevos programas expansivos, ahora presuntamente dirigidos a enmendar las restricciones de ‘oferta’.
La tolerancia inflacionaria del Fed podría ser consecuencia, también, del ‘nuevo marco monetario’, en el cual el objetivo de 2.0 por ciento de inflación se interpreta como un promedio a lo largo de un tiempo indefinido, con desviaciones ‘moderadas’ tanto al alza como a la baja. Es claro que la intención de ‘producir’ más inflación ha resultado desastrosa.
Finalmente, algunos comentaristas han enfatizado el riesgo de desestabilizar los mercados financieros con una política monetaria restrictiva. Tal temor carece de fundamento, considerando que se cuenta con abundante liquidez de mercado y de fondeo y que la expectativa de que el Fed rescate las posiciones de riesgo, conocida como el Fed put, solo genera ‘riesgo moral’ e improductividad.
Ojalá que, en la decisión de hoy, el FOMC deje de minimizar los riesgos y anuncie una política monetaria firme para combatir la inflación. La continuidad en la complacencia inflacionaria podría dañar aún más la credibilidad del Fed, haciendo más largo y penoso el camino hacia la estabilización.
El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).